El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, renunció este martes tras ser señalado por no investigar debidamente un escándalo relacionado con un abusador de menores que estuvo vinculado a la Iglesia de Inglaterra. Este drástico movimiento se dio en medio de crecientes presiones, luego de la publicación de un informe que reveló cómo la institución encubrió durante décadas los graves abusos físicos y sexuales perpetrados por el abogado John Smyth, quien abusó de más de 100 niños y jóvenes.

John Smyth, conocido por dirigir campamentos cristianos en las décadas de 1970 y 1980, es ahora considerado uno de los más prolíficos abusadores de la historia de la Iglesia de Inglaterra. En una conmovedora declaración, Welby expresó: "Los últimos días han renovado mi profundo sentido de vergüenza por los fracasos históricos de la Iglesia en su misión de salvaguardar a los más vulnerables".

El arzobispo se hizo responsable de no haber tomado las medidas adecuadas desde la primera notificación sobre los abusos en 2012. A pesar de borradores de investigaciones previas, como el realizado por Iwerne Trust en 1982 que documentó prácticas de disciplinamiento extremo, ninguna evidencia fue entregada a las autoridades hasta 2013, más de 30 años después. La organización benéfica había calificado estos abusos de "horribles", pero los pedidos de ayuda quedaron sin respuesta.

Un informe independiente elaborado hace un año tras la muerte de Smyth en 2018 concluyó que Welby no reaccionó de manera adecuada al enterarse de los abusos en 2013. Tras la publicación del informe, el arzobispo admitió que no hizo lo suficiente para asegurar una investigación efectiva, reconociendo la responsabilidad tanto personal como institucional.

Ex reyes y figuras como Gavin Ashenden, un ex sacerdote y obispo anglicano, manifestaron alivio por la renuncia de Welby, destacando la importancia de la justicia para las víctimas de abusos. Ashenden también señaló que este cambio era necesario para la institución misma.

La renuncia de Welby no solo pone en jaque a la Iglesia Anglicana, sino que marca el inicio de un nuevo período para el líder de 85 millones de anglicanos en todo el mundo. Quienes le sucederán enfrentan el formidable desafío de sanar una herida profunda en la comunidad y tratar de unir a una iglesia que atraviesa divisiones profundas, incluyendo temas de derechos LGBTQ+ y el papel de la mujer en la iglesia.

A medida que el escándalo continúa desarrollándose, muchos están a la espera de la respuesta de la Iglesia sobre cómo se abordarán las recomendaciones del informe Makin y se garantizará la seguridad y protección de los menores en el futuro.