La Justicia federal argentina ha hecho una impactante acusación al Opus Dei y a la Prelatura de la Santa Cruz por un sistema de trata de mujeres que se ha prolongado durante más de 40 años, desde 1972 hasta 2015. Según informes, al menos 44 mujeres, muchas de ellas en su infancia y adolescencia, fueron reclutadas para ser sometidas a condiciones de vida inhumanas, comparables a la servidumbre.

Esta investigación comenzó en septiembre de 2022 en la Procuraduría contra la Trata de Personas (PROTEX) y ha culminado en la elevación de una denuncia a la justicia que involucra a seis altos representantes de la organización. Esta es la primera vez que se citan a altos funcionarios del Opus Dei en relación con delitos tan graves.

Los implicados incluyen a exvicarios regionales como Carlos Nannei, Patricio Olmos y Víctor Urrestarazu, así como a Gabriel Dondo, quien dirigió la rama femenina de la organización. Curiosamente, Mariano Fazio, otro exvicario regional que podría desempeñar un papel clave en la sucesión del Prelado del Opus Dei, no figura en la acusación pero ha sido solicitado por la querella.

La investigación se centra en el caso de M.I.E., quien fue reclutada a los 17 años en un viaje en autobús desde Bolivia a Buenos Aires. Prometieron que podría estudiar, pero en su lugar fue sometida a un régimen de trabajo forzado y manipulación psicológica. M.I.E. intentó escapar en múltiples ocasiones, pero fue llevada de regreso a las residencias del Opus Dei, incluso en Roma, donde trabajó en condiciones precarias.

Se estima que solo cuatro de los 44 casos pueden estar enmarcados bajo la Ley de Trata de Personas de Argentina, vigente desde 2008. Sin embargo, tres de esos casos están casi prescritos, lo que plantea serias dudas sobre la posibilidad de justicia efectiva. Esto resalta la importancia del caso de M.I.E., quien podría ser la primera mujer en llevar al Opus Dei ante la justicia por trata de personas.

La acusación revela un "modus operandi" sistemático del Opus Dei, que incluye técnicas de reclutamiento engañosas. Las víctimas eran atraídas con la promesa de educación y oportunidades laborales, solo para ser sometidas a un entorno de control estricto y falta de derechos laborales. Las mujeres dentro de estas "residencias" enfrentaban aislamiento, manipulación psicológica, y condiciones similares a la esclavitud, sin pago alguno.

La situación de explotación en el Opus Dei se extiende más allá de Argentina. Se ha confirmado que organizaciones similares operan en más de 50 países, donde se implementaron prácticas similares de reclutamiento y explotación. Tras el estallido de este escándalo en Argentina, se han comenzado a presentar demandas en otros países, incluyendo Irlanda, lo que sugiere que este no es un problema aislado.

Las mujeres que se atrevieron a hablar han sido minimizadas por el Opus Dei, que intenta ocultar sus acciones bajo el manto de “malas experiencias”. Sin embargo, la presión jurídica y social sobre la organización está creciendo, y es probable que se produzcan más revelaciones y demandas en todo el mundo. ¡La historia está lejos de terminar!