Tras un sorprendente giro en las elecciones generales de Austria, los partidos políticos del país están en plena negociación para formar un nuevo gobierno. Esta contienda se desarrolla en un clima de creciente preocupación por la salud de la democracia, luego de que el partido de extrema derecha, el FPÖ, lograra un histórico triunfo, superando a los partidos tradicionales que lidiaron con el temor a la migración y la inflación.

El pasado domingo, el FPÖ, conocido por su retórica antiislámica y su afinidad con el Kremlin, alcanzó un asombroso 29% de los votos. Este resultado no solo fue mejor de lo esperado, sino que superó al conservador Partido Popular (ÖVP) por casi tres puntos porcentuales. Mientras tanto, el Partido Socialdemócrata (SPÖ) sufrió un duro golpe, registrando su peor resultado histórico con un 21%, y los Verdes, que eran socios minoritarios del gobierno, se desplomaron al 8%.

Este aumento del FPÖ, que representa un ascenso de 13 puntos desde las elecciones de 2019, encuentra su base principalmente en el apoyo de los votantes jóvenes. La frustración por el aumento del costo de vida y el temor a la migración propulsó a la extrema derecha, que recibió el apoyo del 27% de los votantes menores de 34 años, y un notable 37% entre aquellos de 35 a 59 años. Esto se ha visto agravado por el resentimiento hacia las medidas estrictas implementadas durante la pandemia de Covid-19.

Sin embargo, el FPÖ también enfrenta desafíos en su búsqueda por formar gobierno, ya que no logró obtener la mayoría absoluta. El partido ha visto cerrado el paso por parte de los partidos más pequeños, quienes han descartado cualquier posibilidad de cooperación con los ultras. Aunque el ÖVP, bajo el liderazgo de Karl Nehammer, ha colaborado antes con el FPÖ en varias ocasiones, ha dejado claro que un gobierno con Herbert Kickl, el líder actual del FPÖ, es inviable.

Kickl, que a menudo recurre a la retórica nazi en sus discursos y critica fuertemente a los migrantes, se enfrenta al desafío de moderar su imagen si desea alcanzar la Cancillería. En una celebración de su victoria, Kickl desafió al ÖVP a reflexionar sobre los resultados de las elecciones, lo que provocó manifestaciones en Viena donde grupos de izquierda clamaban "fuera nazis" y "nunca Kickl".

La situación ha llevado a la comunidad internacional a expresar su alarma. El Comité Internacional de Auschwitz ha descrito estos resultados como un "nuevo capítulo alarmante" en la historia austriaca. Christoph Heubner, vicepresidente del comité, instó a los demócratas austriacos a enfrentar la amnesia histórica y redoblar esfuerzos para proteger la democracia.

El presidente Alexander Van der Bellen ha hecho un llamado a la unidad entre los partidos democráticos, sugiriendo que Nehammer podría considerar una coalición con los socialdemócratas o los Verdes, evitando así el ascenso del FPÖ. Sin embargo, algunos expertos, como Vedran Đihić, advierten que una estrategia defensiva podría reforzar la narrativa del FPÖ y atraer a más votantes descontentos.

La reciente victoria del FPÖ también plantea preguntas sobre el futuro de Austria y su posición en el contexto europeo. Un gobierno de extrema derecha podría llevar al país por el camino de Hungría, con un incremento en el autoritarismo y un debilitamiento de los valores democráticos. A pesar de estos desafíos, Đihić menciona que un 71% de la población sigue apoyando claramente a los partidos democráticos, lo que alimenta la esperanza de que la mayoría del país defienda los principios democráticos y de libertad.

Los acontecimientos en Austria no solo marcan un cambio significativo en la política interna, sino que podrían tener repercusiones en el panorama europeo, en un momento donde el extremismo y el nacionalismo están resurgiendo en diversas naciones.