Melania Trump, quien hoy se convierte en primera dama de Estados Unidos por segunda vez, regresa a la Casa Blanca con un aire de misterio y determinación que ha dejado a muchos preguntándose qué cambios traerá consigo. A sus 54 años, la ex modelo eslovena se ha trazado un camino muy diferente al de su primera gestión, cuando se centró principalmente en ser madre y se mantuvo alejada del ojo público viviendo en su lujoso tríplex en la Trump Tower de Nueva York.

Una coincidencia significativa: justo dos días después de la toma de posesión, Donald y Melania celebrarán su vigésimo aniversario de matrimonio. De esta unión ha nacido Barron Trump, quien actualmente cursa estudios en la Escuela de Negocios Stern de la Universidad de Nueva York. Aunque Melania ha declarado que su papel como madre será una prioridad, también se ha comprometido a desempeñar un rol activo en el país, indicando que su base de operaciones estará en Washington, pero tendrá que viajar a Nueva York siempre que Barron lo necesite.

Su residencia en Palm Beach, donde han estado viviendo en Mar-a-Lago, ha sido un refugio para el matrimonio, ya que su regreso a Nueva York es poco probable debido a las tensiones que aún persisten allí. Se ha especulado mucho sobre cómo Melania gestionará su tiempo y su imagen en este nuevo capítulo, y uno de los cambios destacados es que estará contratando más personal para ayudar en sus labores, lo que ha generado reacciones mixtas entre los contribuyentes.

Uno de sus objetivos principales será continuar con su campaña 'BeBest', que se centra en la lucha contra el ciberacoso juvenil, un problema que afectó directamente a su hijo Barron en el pasado. Sin embargo, Trump ha mantenido una presencia controversial en redes sociales, lo que contrastará con el enfoque de Melania hacia la promoción de una salud mental adecuada para los jóvenes.

Otro aspecto interesante de su regreso es la configuración de su vida familiar en la Casa Blanca. Melania residirá en la suite de dos habitaciones ocupada anteriormente por Marian Robinson, mientras que el presidente Trump ocupará la suite presidencial. Esta dinámica familiar podría resultar diferente a la del primer mandato, especialmente con la ausencia de Barron, aunque él estará libre de regresar cuando lo desee.

Por otro lado, la pareja no podrá contar con Jared Kushner e Ivanka Trump, quienes desempeñaron roles importantes en la administración anterior y cuyo ambiente es igualmente complicado en Nueva York, donde los Trump han sido considerados como non gratos. Debido a esta situación, han elegido invertir en una parcela en la isla Indian Creek, comprada a Julio Iglesias.

Además, Melania ha dejado en claro que planea llevar amigos a la Casa Blanca y organizar pequeños eventos, asegurando que se sentirá cómoda en un entorno donde podrá ser un poco más cercana a sus raíces. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿Romperá alguna tradición de primera dama esta vez? En su primer mandato, Melania fue notoriamente reticente a aceptar los protocolos establecidos, actuando más como una madre protectora que como una figura pública, y su escasez de discursos generó críticas. Con esta nueva etapa, queda por ver si adoptará un enfoque más proactivo, dado que ahora cuenta con más experiencia y conocimientos.

En este sentido, el regreso de Melania a la Casa Blanca promete ser un fascinante espectáculo, lleno de sorpresas y quizás, de controversias. Todos están a la expectativa de cómo se desarrollará su papel y qué legado dejará en esta segunda oportunidad.