El Papa Francisco, aunque no pudo estar físicamente en la Plaza de San Pedro, dejó un mensaje reconfortante a los fieles desde su residencia: "Siento no estar con vosotros en la plaza, pero estoy mejorando". Inmediatamente, se reunieron más de un centenar de niños en un centro asistencial dentro del Vaticano, demostrando que su compromiso con los más jóvenes se mantiene firme.

Este domingo, a pesar de un leve resfriado que le ha causado algunas dificultades al hablar, el Papa compartió su mensaje durante el rezo del Ángelus. Desde la capilla de Casa Santa Marta, y con una voz clara pero ligeramente afectada, invitó a reflexionar sobre el "don extraordinario de la maternidad" y a celebrar la vida en todas sus formas.

"No mostremos indiferencia ante la presencia de una mujer embarazada, aprendamos a asombrarnos de su belleza. Alabemos a Dios por el milagro de la vida", dijo, enfatizando la importancia de valorar a cada niño que nace en el mundo. Francisco destacó que "ningún niño es un error", un mensaje que resalta la dignidad y el valor de cada vida, desde el momento de su concepción hasta su edad adulta.

El Papa también llamó a los católicos a defender el valor sagrado de la vida y a cuidar de los más vulnerables, instando a los pequeños a no olvidar a sus abuelos durante las festividades. Pidió que "ningún abuelo se quede solo en estas Navidades", abogando por el respeto y la atención a nuestros mayores, quienes merecen compañía y gratitud en esta época del año.

Finalmente, el Papa no pudo evitar mencionar los conflictos actuales que afligen al mundo. Hizo un llamado a la paz, especialmente para Gaza, donde ha hablado del dolor y la crueldad de la guerra: "Con dolor pienso en Gaza, en tanta crueldad, en los niños ametrallados, los bombardeos de escuelas y hospitales. ¡Cuánta crueldad!". También recordó la situación en Ucrania, donde la violencia continúa afectando a la población civil, incluidos hospitales y escuelas.

El próximo martes, el Papa inaugurará el Jubileo 2025 con la apertura de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro, mientras se prepara para un significativo calendario de eventos navideños. Su compromiso por llevar un mensaje de paz y esperanza no solamente se limita a su papel espiritual, sino que resuena en sus acciones y palabras en un mundo que necesita urgentemente estas cualidades.