Donald Trump ha sorprendido al mundo nuevamente al introducir un tema completamente nuevo en la agenda internacional, y todo esto antes incluso de asumir oficialmente su cargo. No se comportará solo como un presidente reaccionario, sino que también presentará un enfoque expansionista que podría tener consecuencias globales.

A diferencia de las invasiones históricas, Estados Unidos no tiene planes de invadir Panamá, Canadá o Groenlandia. Estos territorios no representan para EE. UU. lo mismo que Ucrania para Rusia o Taiwán para China. La atención de Trump se centra en lo que sucede al sur, particularmente en la frontera con México, en lugar de los destinos del norte. Aunque Panamá es parte de América Central, los intereses estadounidenses allí son limitados y los canadienses no muestran señales de querer integrarse a los Estados Unidos.

La situación de Groenlandia, sin embargo, es más interesante. Este territorio tiene una relación peculiar con Estados Unidos, ya que posee bases militares que forman parte de la defensa de América del Norte. Aunque Trump menciona la posibilidad de 'comprar' Groenlandia, tal escenario parece improbabilísimo en este contexto moderno.

Sin embargo, Trump está muy interesado en maximizar los recursos minerales de Groenlandia y controlar los beneficios comerciales con Canadá, mientras restringe la influencia creciente de China. Con empresas chinas invirtiendo en la región del canal de Panamá, el interés por las riquezas del Ártico está en aumento.

La pregunta permanece: ¿Fomentarán las palabras de Trump la expansión de Moscú y Pekín? La realidad es que los líderes rusos y chinos no necesitan el visto bueno de EE. UU. para avanzar en sus propias agendas. Saben muy bien que cualquier expansión hacia el norte de las fronteras estadounidenses también significaría un mayor acercamiento de EE. UU. a sus propios territorios, complicando el delicado balance de poder.

Sin embargo, las declaraciones de Trump pueden crear tensiones perjudiciales para la unidad transatlántica. Un debilitamiento de la OTAN favorece a Rusia, especialmente en un momento en que se habla de posibles negociaciones para un alto el fuego. La postura de Trump plantea preocupaciones legítimas sobre la seguridad europea y la defensa del orden internacional.

Los europeos deben reaccionar con determinación ante estos comentarios. Es esencial reafirmar nuestro compromiso con los principios del orden liberal, que Trump podría estar dispuesto a socavar. Esto incluye la prohibición de adquirir territorios por la fuerza y el respeto a la soberanía de Groenlandia, que aunque no forma parte de la Unión Europea, es parte del Reino de Dinamarca.

La necesidad de defender nuestros principios nunca ha sido más urgente. La pregunta es si Trump quiere que los europeos se defiendan solos. Este podría ser el momento de demostrar nuestra capacidad de hacerlo juntos. En resumen, el mensaje es claro: ¡Defendamos nuestra soberanía con firmeza!