El euro sigue su caída libre en el inicio de 2025, insistiendo en las preocupaciones sobre la estabilidad financiera de la eurozona. Desde septiembre del año pasado, la divisa europea ha perdido un alarmante 8% frente al dólar, ahora cotizando por debajo de 1,03 dólares, lo que nos remonta a los mínimos del 2022. Las proyecciones son desalentadoras y los hedge funds están apostando a que el euro alcanzará la paridad con el dólar, lo que significa que ambas monedas tendrían el mismo valor.

En la primera jornada de 2025, se negociaron cerca de 2.500 millones de euros en opciones que anticipan esta paridad, e incluso valores inferiores para el euro. Los analistas de Danske Bank confirman que mantienen una postura bajista sobre el euro-dólar a medio plazo, lo que refleja la creciente desconfianza de los inversores.

Recordemos que la última vez que el euro cayó por debajo del dólar fue por el aumento de las tasas de interés por parte de los bancos centrales, en un intento de controlar la inflación que fue avivada por la guerra en Ucrania. Aunque los precios del gas han disminuido desde sus picos históricos, las preocupaciones sobre el crecimiento económico persisten y están presionando a la baja la moneda europea.

El precio de los futuros de gas en Europa ha estado oscilando alrededor de los 50 euros, lejos de los más de 300 euros de agosto de 2022. No obstante, el aumento reciente en los precios del gas a inicios de 2025 añade peso a la presión sobre el euro, ya que esto podría comprometer aún más el crecimiento en la eurozona.

El PMI del sector manufacturero ha caído recientemente a 45,1 puntos, lo cual es una fuerte señal de advertencia sobre la delicada situación económica que enfrenta la región. El Banco Central Europeo (BCE) es consciente de esta realidad y ha ajustado sus expectativas de crecimiento, esperando un avance del PIB de solo 1,1% para 2025, una reducción de dos décimas respecto a lo que se había previsto anteriormente.

Al mismo tiempo, la inflación se mantiene obstinadamente elevada. En España, el IPC se disparó al 2,6% en diciembre, lo que representa un verdadero dilema para el BCE, que podría verse forzado a ablandar su política monetaria para impulsar el crecimiento, a pesar de la persistencia de la inflación. Algunos analistas predicen múltiples recortes en las tasas de interés por parte del BCE en 2025, algo que contrasta con las proyecciones del crecimiento del 2,1% para la economía estadounidense, que mantiene tasas de desempleo moderadas (4,3%).

Mientras tanto, el clima político en Europa se complica. El impacto de la reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de EE.UU. podría dar un impulso adicional al dólar en comparación con otras divisas, incluido el euro. Trump ha amenazado con imponer aranceles adicionales a los productos europeos si la UE no incrementa sus compras de gas y petróleo de EE.UU. Esto deja a Europa en una posición precaria, especialmente en medio de las tensiones de una guerra comercial.

Añadiendo más incertidumbre, Alemania se enfrenta a elecciones anticipadas el 23 de febrero, tras la caída del gobierno de Olaf Scholz. Los inversionistas ven esto como una posible oportunidad para ver un cambio en la política fiscal de Alemania, que podría estimular un crecimiento más sólido y revertir la actual tendencia de estancamiento. El escenario político se vuelve más crucial a medida que los desafíos económicos continúan creciendo.

En resumen, el euro está navegando en aguas turbulentas, una situación que podría intensificarse si las condiciones económicas no mejoran. A medida que la paridad con el dólar se convierte en una posibilidad tangible, inversores y analistas están en alerta máxima, ya que el futuro de la moneda europea pende de un hilo.