Ciencia

¡Descubren el queso más antiguo del mundo y revela secretos de nuestra relación con los microbios!

2024-09-25

A finales de la década de 1970, un grupo de arqueólogos se encontró ante un enigma extraordinario en la cuenca del Tarim, una región desértica en el noreste de China. Descubrieron un conjunto de momias que sorprendieron al mundo: estaban naturalmente conservadas gracias a las condiciones áridas y frías del desierto. No solo el misterio de la preservación de estas momias intrigó a los científicos, sino que también se toparon con una sustancia blanca sin explicación visible, dispersa alrededor de algunas de ellas. Después de dos décadas de investigación, la paleogenetista Qiaomei Fu y su equipo han hecho un hallazgo revolucionario: se trataba de queso de kéfir, ¡el más antiguo jamás registrado, con una antigüedad de 3,600 años!

Los resultados de este estudio, revelados en la prestigiosa revista Cell, no solo desafían nuestras percepciones sobre la historia del queso, sino que también iluminan la relación profunda y compleja entre los humanos y los microbios. Según Fu, explicar cómo los antiguos pueblos pudieron producir y conservar alimentos fermentados es clave para comprender sus estilos de vida y culturas. Por lo tanto, este descubrimiento deja en claro que los microbios han sido aliados fundamentales en la alimentación humana a lo largo del tiempo.

La relación simbiótica entre las personas y los microbios no es un mero capricho de la biología. En tiempos prehistóricos, la habilidad de fermentar alimentos como la leche se volvió crucial para la supervivencia. El kéfir no solo prolongaba la vida útil de los lácteos, sino que también convertía la leche en un alimento más digerible, especialmente para aquellos con intolerancia a la lactosa. Este queso antiguo es un testimonio de la adaptabilidad y la creatividad de nuestros antepasados, quienes utilizaron métodos que han perdurado a lo largo de miles de años.

Por mucho tiempo, se pensó que el kéfir era originario de la región montañosa del Cáucaso, pero el nuevo estudio sugiere que esta técnica se propagó por diversas rutas, planteando la pregunta de si realmente surgió de manera independiente en distintas partes del mundo. Este giro en la investigación no solo enriquece nuestro entendimiento del pasado, sino que también nos invita a explorar cómo las diferentes culturas han compartido y adaptado sus conocimientos sobre la fermentación.

A través de avanzadas técnicas de ADN antiguo, los investigadores han descubierto cepas de Lactobacillus, bacterias clave en la fermentación del kéfir, que tienen sus orígenes en el Tíbet. Estas cepas son diferentes a las que encontramos en Europa, lo que sugiere un intercambio cultural y biológico que se ha dado a lo largo de los siglos. Curiosamente, el Lactobacillus kefiranofaciens de las muestras antiguas ha evolucionado para ser menos propenso a provocar reacciones inmunitarias en los humanos, facilitando aún más su integración en nuestra dieta.

A medida que los antiguos pueblos fueron utilizando microbios, también se produjeron adaptaciones mutuas con estos microorganismos, lo que facilitó la convivencia de bactérias y humanos. Este descubrimiento nos recuerda que las interacciones entre especies pueden ser profundamente complejas y enriquecedoras. Al comprender estas dinámicas, Qiaomei Fu sugiere que podríamos descubrir más sobre la evolución de la cultura humana, los estándares de vida y las adaptaciones al medio ambiente.

El hallazgo del queso de kéfir es más que un simple descubrimiento arqueológico; es una ventana hacia nuestro pasado colectivo y una revelación sobre cómo la fermentación ha jugado un papel crucial en nuestra historia, conectando a humanos y microbios en un viaje evolutivo donde ambos han aprendido a sobrevivir juntos. ¡Mantente alerta para más sorpresas que revelen las maravillas de nuestro pasado culinario!