Un reciente informe publicado en la reconocida revista médica 'The Lancet Neurology' ha lanzado una contundente advertencia sobre el alarmante aumento de los casos de accidentes cerebrovasculares, comúnmente conocidos como ictus, en todo el mundo. Esta exhaustiva investigación, que analizó datos de las últimas tres décadas, identifica una combinación explosiva de factores ambientales y de estilo de vida como los principales responsables de esta preocupante tendencia.

Desde 1990, el número de casos diagnosticados de ictus ha incrementado un impactante 70%, mientras que las muertes relacionadas con esta condición han aumentado un 44%. Las estadísticas del Estudio de la Carga Global de Enfermedades revelan que cada año, alrededor de 12 millones de nuevos casos de ictus se reportan, lo que conduce a más de 7 millones de muertes anuales. ¿Quién está a salvo?

Los principales culpables identificados son la contaminación del aire, las temperaturas extremas y factores de riesgo metabólicos como la obesidad, hipertensión, tabaquismo y la falta de actividad física. La creciente exposición a estos factores, muchos de los cuales son modificables, plantea un desafío urgente de salud pública que demanda medidas preventivas fuertes y eficaces.

Cambios climáticos y su impacto

Uno de los descubrimientos más alarmantes del estudio es que la incidencia de ictus atribuibles a temperaturas extremas ha aumentado un asombroso 72% desde 1990. Los investigadores advierten que esta tendencia se intensificará debido al avance del cambio climático. La contaminación del aire, particularmente por partículas finas, también es crítica, siendo responsable del 14% de las muertes y discapacidades causadas por hemorragias subaracnoideas, un tipo de ictus muy grave.

Desigualdades que alarman

El análisis también destaca notables desigualdades geográficas en la carga de esta enfermedad. Las regiones de bajos y medianos ingresos, como Asia Oriental, Asia Central y África subsahariana, se enfrentan a tasas de incidencia, mortalidad y discapacidad por ictus que pueden ser hasta diez veces mayores que en los países desarrollados. Esto se atribuye en gran medida al acceso limitado a servicios de salud y a la ausencia de políticas preventivas efectivas.

Necesitamos actuar ya

Los autores del estudio hacen un urgente llamado a la acción global para frenar esta alarmante tendencia. "Es vital implementar estrategias enfocadas en combatir la obesidad, los síndromes metabólicos y la hipertensión, así como también reducir la contaminación del aire", asevera Catherine O. Johnson, coautora del estudio.

Ahora más que nunca, la prevención del ictus debe ser una prioridad en la agenda de salud pública. Porque la vida de millones de personas está en juego. ¿Estás cuidando de tu salud? ¡No esperes más, actúa ya!