¡Desastre en Alemania! El modelo económico se desploma: Volkswagen y Thyssenkrupp en crisis
2024-11-16
Autor: Manuel
La reciente decisión de Volkswagen de cerrar tres fábricas en Alemania ha provocado un verdadero sismo en el corazón industrial del país, que se autodenomina "Autoland." Este anuncio, que amenaza con despedir a decenas de miles de trabajadores y reducir los salarios en un 10%, ha dejado a muchos en estado de shock. Volkswagen no es solo un gigante automovilístico; representa una parte integral de la identidad y el orgullo alemán. Sin embargo, su crisis es un fiel reflejo de las dificultades que enfrenta la economía alemana en la actualidad.
El país se halla al borde de una recesión por segundo año consecutivo, con su PIB proyectado a contraerse nuevamente. El antiguo modelo económico alemán, que dependía en gran medida del gas ruso y de la exportación a China, ha colapsado tras la invasión de Ucrania. "El modelo de negocio clásico ya no funciona", advierte la revista Focus, subrayando la necesidad urgente de un rediseño estructural.
La situación es crítica: Alemania enfrenta la migración de su industria pesada, un alarmante envejecimiento de la población, y una fuga de mano de obra cualificada. Además, las infraestructuras están en decadencia y la innovación se ha estancado. Volkswagen, cada vez más incapaz de competir en el mercado global, ilustra el retroceso de la marca "Made in Germany", que ha perdido parte de su prestigio.
"Volkswagen no solo simboliza a la economía alemana, sino que también representa el ocaso de la industria en general", sostiene Carsten Brzeski de ING. La empresa enfrenta problemas debido a decisiones de gestión deficientes y a una falta de adaptación a nuevas tecnologías y competidores. Esto se agrava aún más con el cambio en el papel de China en la economía mundial.
En un contexto similar, Thyssenkrupp, otro pilar de la industrial alemana, también se enfrenta a riesgos de despidos, mientras que el astillero Meyer Werft logró evitar la quiebra a través de un rescate público de 400 millones de euros.
La producción industrial ha caído un 20% respecto a los niveles máximos de 2017, lo que se ha descrito como el declive más acentuado en la historia de la República Federal. Siegfried Russwurm, presidente de la Federación de Industrias Alemanas (BDI), enfatiza que las reformas necesarias para revivir la economía no pueden postergarse más. Un informe de la consultora Boston Consulting Group advierte que el 20% de la producción industrial alemana podría desaparecer para 2030 si no se toman acciones decisivas.
La guerra en Ucrania ha evidenciado que el modelo económico alemán no era tan sólido como se pensaba, dependiendo de la energía barata de Rusia y el crecimiento impulsado por la exportación. A esto se suma la grave crisis en el sector automotriz, que es vital para la economía alemana, ya que representa el 17% de las exportaciones y emplea a 770,000 personas. Para colmo, Volkswagen ha dado un giro histórico al considerar cerrar fábricas en su propio país.
Experts like Ferdinand Dudenhöffer alertan que los fabricantes alemanes han quedado atrás en la carrera por vehículos eléctricos, mientras otras naciones avanzan a pasos agigantados. Un dato alarmante es que entre los 10 coches eléctricos más vendidos en el mundo, ninguno es alemán.
El discurso sobre la recuperación económica se ha tornó cada vez más sombrío. El gobierno de Alemania admitió en octubre que el PIB se contraerá un 0.2% este año y que la recuperación no llegará hasta el año siguiente. Politicians como Robert Habeck, el ministro de Economía, culpó a la falta de reformas y decisiones de las últimas décadas, lo que pone en entredicho el legado de la ex canciller Angela Merkel.
La tensión política está en aumento; el colapso de la coalición del gobierno liderada por Olaf Scholz ha desencadenado un ambiente de incertidumbre. Las próximas elecciones federales se han adelantado a febrero de 2025, lo que podría ser un punto de inflexión para el manejo de la crisis, especialmente considerando que el debate político actual carece de dirección clara para las empresas y los consumidores.
Alemania, que alguna vez fue conocida como la locomotora de Europa, ahora enfrenta un estancamiento que no se veía desde hace dos décadas. La falta de inversión, tanto pública como privada, acumula tension en un sistema que pide a gritos una revisión profunda. Sin un cambio radical, el futuro de la industria alemana parece sombrío.