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¡Desafío Iberoamericano! España asume el liderazgo tras la crisis en la Cumbre de Cuenca

2024-11-16

Autor: José

España ha tomado el relevo y se enfrenta al reto de reorganizar la Cumbre Iberoamericana para el 2026, tras una cita en Cuenca (Ecuador) que se recordará por haber registrado el mayor número de ausencias en la historia de este foro y la escasa capacidad de alcanzar un consenso, especialmente entre Argentina y Cuba, que protagonizaron un intenso intercambio de acusaciones.

El Rey Felipe VI de España fue el encargado de recibir el testigo para la próxima edición de la Cumbre luego de que la situación en Cuenca se tornara complicada. Por primera vez en la historia de las cumbres, celebradas desde 1991, tres países—México, Nicaragua y Venezuela—no enviaron representantes, resultado de las tensiones diplomáticas con Ecuador. El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, fue el único líder latinoamericano presente, lo que subraya la crisis en las relaciones internacionales.

Aparte del monarca español, solo estuvieron presentes el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, y el jefe de Gobierno de Andorra, Xavier Espot. La gran mayoría de los países optaron por enviar delegados de bajo nivel, lo que debilitó la importancia de la cumbre, que tenía como objetivo central discutir la 'innovación, inclusión y sostenibilidad'. Se esperaban soluciones para fomentar el empleo y mejorar la educación en la región.

La ausencia de un consenso se hizo evidente cuando el nuevo presidente argentino, Javier Milei, se negó a respaldar acciones dirigidas a los objetivos de desarrollo sostenible, especialmente en temas críticos como la igualdad de género y la lucha contra el cambio climático. Su negativa a condenar el embargo de Estados Unidos a Cuba exacerba aún más las tensiones en el foro.

El pulso entre Argentina y Cuba alcanzó su punto crítico en la sesión plenaria donde ambos lados intercambiaron acusaciones. El delegado cubano, Rodolfo Benítez, criticó a Argentina por su postura, señalando que se presentaron con discursos de odio y que a pesar de sus esfuerzos, quedaron aislados tras la firma de una declaración especial por parte de los demás países participantes.

Benítez advirtió sobre los riesgos de retroceder en los avances conseguidos en más de tres décadas, mientras que el embajador argentino, Eduardo Acevedo, subrayó la urgencia de abordar las violaciones de derechos humanos por parte de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Un borrador de la declaración, que fue adoptado por la gran mayoría de los países, resalta un compromiso con la igualdad de género y establece un plan de acción futuras hacia energías limpias y renovables, en línea con la urgente necesidad de combatir el cambio climático.

En conclusión, España no solo tendrá la tarea de reorganizar el próximo encuentro, sino que también deberá enfrentar el desafío de restablecer el diálogo entre países con posturas divergentes. Los ojos del mundo estarán puestos en cómo se desarrollará esta nueva etapa, ya que la Cumbre Iberoamericana puede convertirse en un baluarte para la cooperación o en un reflejo de la división en la región.