El mes de diciembre comenzó con una bomba: Renfe reclamó a Talgo nada menos que 116 millones de euros debido a un retraso de dos años y medio en la entrega de los esperados trenes de la serie S-106, conocidos como Avril. Esta noticia ha generado un gran revuelo en el sector, ya que demuestra la tensión creciente entre ambas empresas. Talgo, por su parte, se defendió ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), argumentando que la reclamación es improcedente y que han presentado nuevos argumentos para reforzar su defensa.

Ante la gravedad de la situación, se anticipa que el conflicto podría terminar en los tribunales. Como medida inmediata, Renfe ha decidido retener el pago de 6 millones de euros correspondiente al mes de diciembre, de un total de 120 millones, lo que podría interpretarse como una forma de sanción al fabricante de trenes por el incumplimiento de sus obligaciones.

Pero eso no es todo. Talgo se enfrenta no solo a la sanción de 116 millones, sino también a una posible nueva multa de 50 millones de euros por "lucro cesante", lo que demuestra el impacto real que estos retrasos han tenido en las operaciones de Renfe, especialmente en el lanzamiento de nuevas líneas de Alta Velocidad a Galicia y Asturias, que debería haber comenzado hace meses.

El verano pasado, Renfe padeció un verdadero caos de operaciones debido a fallos y problemas con los trenes Avril. Esto colmó la paciencia de la compañía pública, que ahora está dispuesta a tomar todas las acciones judiciales necesarias para defender sus intereses, su reputación y, lo más importante, los derechos de sus usuarios.

Mientras tanto, Talgo se encuentra en una encrucijada. La situación legal ha surgido en un momento crítico, ya que la compañía se encontraba bajo la presión de una opa lanzada por el consorcio húngaro Ganz Mavag, que no recibió el respaldo del Gobierno español. Sin embargo, la situación cambió cuando Sidenor, un grupo siderúrgico, mostró interés por Talgo y presentó una oferta para adquirir hasta el 100% de sus acciones, una jugada que cuenta con la aprobación del Ejecutivo central y del País Vasco.

En medio de esta tormenta, Talgo presentó una oferta de 148 millones a Trilantic, el principal inversor de la compañía, para hacerse con el 29,9% de su participación. Si bien la primera oferta de 4 euros por acción fue rechazada, se ha reportado que se han abierto a discutir cifras más altas, aunque aún están muy por debajo de los 5 euros ofrecidos por el consorcio húngaro.

Este tira y afloja entre Renfe y Talgo no solo afecta a las operaciones ferroviarias, sino que también pone en juego el futuro de la movilidad sostenible en España. Si no se resuelve pronto, los usuarios podrán sentirse cada vez más afectados por la falta de servicios eficientes y puntuales. ¡Estaremos atentos a cómo se desarrollan estos acontecimientos!