El distrito de Hortaleza en Madrid ha despertado en medio de una tormenta social. Miles de carteles inundan las paradas de autobús invitando a los residentes a unirse a un "chat anti menas", propagando un mensaje alarmante: "Maňana podrías ser tú. Joven español, reacciona". Este mensaje, promovido por la organización Juventud Combativa, refleja un clima de creciente tensión entre la comunidad.

La inquietud ciudadana se agudizó tras la violación de una menor de 14 años, que desencadenó una serie de protestas xenófobas, incluyendo una concentración ilegal convocada por Vox que reunió a cien personas preocupadas por la seguridad en el barrio. Sin embargo, el sentimiento de inseguridad no se limita solo a la calle; la presencia policial se ha intensificado, con patrullas vigilando constantemente el Centro de Primera Acogida.

Dentro del centro, la situación es crítica. Tres guardias de seguridad están de día, y dos más de noche, pero los trabajadores enfrentan una "fuerte presión" por comportamientos violentos de algunos menores, que han llevado a agresiones a empleados y vigilantes. A pesar de los incidentes, las instrucciones son claras: "A los menas no se les toca". Cuando intentaron buscar protección legal, la fiscalía desestimó las solicitudes de medidas de alejamiento.

La capacidad del centro ha crecido de 45 a 95 plazas, y actualmente acoge a 87 jóvenes en espacios improvisados. Aunque se están ofreciendo incentivos económicos a los vigilantes, muchos se niegan a trabajar en un ambiente tan conflictivo. Los problemas no solo son externos; incluso dentro del centro, los jóvenes enfrentan peleas diarias por celulares y otros conflictos debido al consumo de drogas.

Las instalaciones, a pesar de contar con un sofisticado sistema de videovigilancia, no pueden controlar completamente las situaciones dentro. Muchos menores logran escabullirse y consumir drogas en áreas ciegas del recinto.

La tensión que fluye entre los vecinos y los menores podría desencadenar episodios aún más violentos. Con los jóvenes mostrando signos de alteración fácil, la comunidad y los trabajadores temen que un nuevo incidente como el ocurrido en Alcalá o las trifulcas en Torre Pacheco pueda repetirse. Las voces de alarma resuenan en cada rincón: la crisis en Hortaleza exige atención inmediata.