El drama del voleibol en España ha dado un giro inesperado. Aunque quedó un sabor agridulce, Valladolid se queda con la organización de la Copa de España en categorías juvenil y junior del 27 al 30 de diciembre, a pesar de la separación del evento cadete, que se trasladará a Almería, marcando un precedente inédito en la historia de esta competición.

Días atrás, el ambiente era tenso. La Real Federación Española de Voleibol (RFEVB) enfrentaba serios problemas bajo la dirección de una junta gestora en periodo electoral, obligada a buscar alternativas ante el boicot de Agustín Martín Santos, presidente de la federación desde el año 2000. Este boicot llegó después de una supuesta traición en la creación de listas de asambleístas para su sucesor, Felipe Pascual. Tras perder el control, Martín Santos propuso un aumento drástico en los costos de organización de los eventos, intentando poner en jaque a la nueva dirección. ¡Un auténtico golpe bajo!

Los cadetes, que representan la categoría más numerosa con 219 equipos en 2023, fueron enviados a Almería, causando un impacto negativo en Valladolid y dejando a los hoteleros en crisis así como a muchos equipos que ya habían realizado inversiones al no ser reembolsables. La RFEVB, mediante un comunicado, no pudo evitar reconocer el daño, admitiendo la difícil realidad de la situación: "Lamentablemente, no se puede confirmar la celebración de la categoría juvenil ni junior en Valladolid como hubiera sido nuestro deseo".

Sin embargo, en medio de esta tormenta, emergió La leyenda del atletismo español, Mayte Martínez, quien se puso manos a la obra en la concejalía de deportes de Valladolid. La heroica intervención del Ayuntamiento ha permitido que se mantenga al menos parte del evento en la ciudad, logrando una mediación entre la RFEVB y las autoridades locales para asegurar el futuro de este torneo. Monstruo de la perseverancia, Mayte se convirtió en la voz de la esperanza en un momento crítico.

Sin embargo, habrá cambios significativos. Este año, la inscripción ha aumentado, aunque no a los niveles astronómicos propuestos por Martín Santos. Tras intensas negociaciones, se fijó una cuota aproximada de 240 euros, lejos de los 150 euros de 2023, y un incremento que podría poner en entredicho la participación de algunos equipos. ¿Afectará esto la cantidad de clubes que participen? Solo el tiempo lo dirá, pero al menos la competición no se suspenderá, guardando algo de respiro en la escena del voleibol español.

Una crisis que servirá como lección para el deporte. Las tensiones y desafíos que enfrenta la comunidad de voleibol podrían ser preludios de mejores acuerdos en el futuro, porque en el deporte, como en la vida, siempre hay maneras de renacer de las cenizas.