En una sorprendente vuelta de los acontecimientos, un grupo de fervientes dirigentes y militantes del Movimiento al Socialismo (MAS), leales al presidente boliviano Luis Arce, ha declarado este jueves su intención de tomar por asalto la sede nacional del partido. Esta decisión surge en respuesta a un fallo polémico del Tribunal Constitucional que ha desautorizado a Evo Morales, ex presidente y figura clave del MAS, como líder del partido, reconociendo en su lugar a Grover García como nuevo presidente de la formación.

La resolución judicial, que valida el congreso del MAS celebrado en El Alto y donde García fue elegido para suceder a Arce, ha anulado el congreso paralelo que Morales había organizado en Lauca Ñe, en el que intentaba reafirmar su liderazgo.

Aprovechando la agitación política, los seguidores de Arce se reunieron en la emblemática plaza Murillo de La Paz, donde celebraron el fallo del Tribunal, entendiéndolo como un retorno del MAS a sus raíces en las organizaciones sociales. Vidal Gómez, dirigente de la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarias de Bolivia, declaró con fervor: “Es justo que el Movimiento al Socialismo regrese a sus verdaderos dueños, a las organizaciones sociales. Hemos cumplido con todos los estándares de nuestro estatuto y reglamento interno.”

Pero eso no es todo; Gómez instó a “tomar las oficinas de la dirección nacional del MAS”, apelando a la “unidad del pueblo boliviano, a los militantes y simpatizantes”.

Además, este grupo ha demandado un reembolso de 10 millones de bolivianos (1,36 millones de euros) que, según sus afirmaciones, Morales habría extraído de los fondos del MAS para financiar bloqueos y actividades en su beneficio.

La situación se vuelve aún más caótica cuando los seguidores de Morales desestiman la sentencia judicial, cuestionando su validez, y acusan al Tribunal Constitucional de actuar en contra del movimiento indígena y sus bases. Renán Cabezas, un destacado diputado del "evismo", ha calificado esta decisión como “un segundo golpe al movimiento indígena y a la Bolivia profunda”, acusando al gobierno de Arce de intentar “robar las siglas del MAS”, tildando a sus líderes de “corrupción” y desviación de los principios iniciales del movimiento.

El propio Evo Morales no se queda callado y califica el fallo como “inconstitucional, ilegal e ilegítimo”, denunciando lo que considera un intento del gobierno de Arce de adueñarse del MAS. “Les decimos a estos usurpadores, a estos hijos de la corrupción, que nunca podrán borrar la historia de las polleras y los ponchos de los verdaderos revolucionarios”, dejó claro Cabezas, recordando la representación indígena que el evismo considera fundamental en la historia del partido.

La decisión del Tribunal y las reacciones de ambas facciones resaltan una creciente división interna dentro del MAS, que ha dominado la política boliviana desde 2006. Morales, quien gobernó casi 14 años, intenta mantener su influencia mientras Arce busca afianzar el control del partido y distanciarse de su figura. Esta lucha también evidencia un cambio drástico en el liderazgo del MAS, ya que el congreso en El Alto, respaldado por Arce, ha confirmado a Grover García como el nuevo líder del partido, dejando a Morales en un segundo plano.

El conflicto no solo marca un punto crítico en la política boliviana, sino que también podría tener repercusiones a nivel social, ya que miles de seguidores de ambos bandos se movilizan en las calles, desatando incertidumbre entre los ciudadanos. La situación en Bolivia sigue tensa y cada movimiento podría desencadenar una nueva ola de protestas, ¡estén atentos!