En tres décadas de negociaciones climáticas, la discusión sobre el dinero nunca había sido tan crucial. La COP29, que se lleva a cabo en Bakú, la capital de Azerbaiyán, ha convertido la financiación en el corazón de sus deliberaciones.

Es imperativo que de esta cumbre emane un nuevo compromiso claro de los países ricos hacia naciones en desarrollo. La meta principal es asegurar que estos países reciban el apoyo necesario para mitigar sus emisiones de carbono y adaptarse a los devastadores efectos del cambio climático. A pesar de que estos países contribuyen con una mínima parte de las emisiones globales, son los más golpeados por las consecuencias, sufriendo fenómenos climáticos extremos, sequías y desastres naturales.

Además, se espera que en esta cumbre se discutan nuevas estrategias para fomentar la colaboración internacional, ya que el cambio climático no respeta fronteras. La financiación no solo debe enfocarse en el recorte de emisiones, sino también en la creación de infraestructura sostenible y en la inversión en energías renovables. Los expertos advierten que si no se toman decisiones cruciales en esta COP29, las repercusiones podrían ser catastróficas en un futuro cercano. La presión está al máximo, y el mundo observa cómo los líderes se preparan para dar un paso decisivo en la lucha contra el calentamiento global.