Este viernes, la Unidad Central Operativa (UCO) y la Comandancia de Cádiz de la Guardia Civil han detenido a dos tripulantes más de la narcolancha que, en la oscura noche del 9 de febrero, embistió la embarcación de los agentes Miguel Ángel González y David Pérez, cobrándose sus vidas en el puerto de Barbate.

Según ha informado el Ministerio del Interior, los detenidos habían estado ocultos en Marruecos durante los últimos nueve meses, su país de origen. La creciente presión de la Guardia Civil en la zona, junto a amenazas de mafias del Estrecho, habría llevado a estos fugitivos a regresar a España y ser finalmente capturados.

Desde el arresto del piloto Karim El Baqqali el 19 de septiembre, las investigaciones han llevado a una sucesión de desarrollos impactantes. Baqqali, quien confesó ser el conductor de la narcolancha, y los otros ocupantes, relacionados con la organización criminal liderada por Abdellah E. M., alias Puspus, enfrentan acusaciones que incluyen doble asesinato, cuatro tentativas de asesinato, atentado, contrabando y pertenencia a organización criminal.

Es importante destacar que la investigación ha dado un giro significativo desde su inicio. En mayo, algunas de las primeras detenciones fueron revaluadas, y un informe posterior de la Guardia Civil disipó la idea de que aquellos arrestados tuvieran relación directa con las muertes de los agentes. Este informe estableció que, aunque estaban presentes en una narcolancha esa noche, no era la suya la que había atacado a los guardias civiles.

La identificación de la narcolancha culpable fue un punto esencial en la investigación. Las características de la embarcación interceptada el 17 de marzo revelaron que pudo haber embestido a la zodiac de los agentes. Así, se formó un nuevo hilo de investigación que concluyó con varios interrogatorios que confirmaron la identidad de los cuatro sospechosos de ser los verdaderos tripulantes en la noche trágica.

Los esfuerzos por parte de los investigadores fueron infatigables; analizaron tres gigas de material de vídeo grabado por varias cámaras del puerto en el momento del ataque. Según los informes, la lancha neumática utilizada por los cuatro sospechosos fue la única que, durante la tormenta, se acercó de manera peligrosa a la embarcación de los agentes, donde se registró un acoso constante. Las grabaciones evidencian cinco embestidas previas que culminaron en el impacto mortal, dejando un saldo de dos agentes fallecidos y otros cuatro heridos.

La postura del piloto Baqqali, quien alegó haber actuado por necesidad económica, se contradice con las pruebas recabadas que sugieren una intención deliberada de causar daño. La Guardia Civil ha aseverado que no había justificación para un ataque tan brutal, ya que la lancha no transportaba carga alguna que pudiera justificar una defensa desesperada.

Hoy, la Operación Memorial sigue activa y aún queda un cuarto sospechoso pendiente de captura. Este caso sigue conmocionando a la sociedad española, planteando dudas sobre la violencia en el tráfico de drogas y la difícil lucha entre las fuerzas de seguridad y el crimen organizado.