(CNN Español) – Este sábado por la noche, el inquietante crimen de Andrés ‘Pillín’ Bracamonte, el temido líder de la barrabrava de Rosario Central, sacudió a la ciudad. Bracamonte y su compañero, Daniel 'Rana' Attardo, fueron acribillados a tiros justo después de finalizar el partido entre Rosario Central y San Lorenzo, según las autoridades y la justicia de Santa Fe.

Bracamonte había sido el temido cabecilla de la hinchada violenta de Rosario Central durante casi tres décadas, y su muerte ha desatado diversas teorías sobre las causas detrás de este brutal asesinato. Es ampliamente conocido que los barrabravas en Argentina están frecuentemente relacionados con actividades delictivas, y Bracamonte no fue la excepción.

Los fiscales que siguen el caso dieron una conferencia de prensa donde explicaron que el ataque ocurrió inmediatamente después del partido, alrededor de las 21:43 horas. Se determinó que Bracamonte se desplazaba en una camioneta con un acompañante cuando fueron emboscados por al menos tres atacantes armados que les dispararon una impresionante cantidad de 11 veces, con cinco disparos impactando en cada cuerpo.

El fiscal de Homicidios, Alejandro Ferlazzo, proporcionó información crucial: “La emboscada se llevó a cabo en una zona mal iluminada, lo que sugiere una cuidadosa planificación por parte de los asesinos.” Además, algunos testigos presenciales afirmaron que los atacantes llegaron a pie y utilizaron armas de 9 milímetros.

La motivación detrás del asesinato no solo parece estar vinculada con la violencia de la hinchada, sino que las investigaciones apuntan a que Bracamonte estaba involucrado en un complejo entramado de negocios ilegales, lo que abre un abanico de posibles enemigos. “Existen múltiples líneas de investigación sobre los conflictos de Bracamonte que podrían haber provocado este ataque,” añadió Ferlazzo.

La situación se complica aún más cuando se considera que Bracamonte había sobrevivido a varios intentos de asesinato en el pasado, siendo víctima de balaceras previas y amenazas constantes. En una inquietante declaración hecha en una de sus últimas entrevistas, reveló haber sobrevivido a 29 intentos de asesinato, mostrando con orgullo las cicatrices en su cuerpo provocadas por disparos.

“Si me matan, la ciudad se incendia”, advirtió Bracamonte en la entrevista publicada por La Nación. Además, declaró que había rechazado ofertas de venganza, afirmando querer evitar regresar a la cárcel y llevar una vida más tranquila, lo que parece irónico dado su trasfondo violento.

Los expertos sugieren que el crimen de Bracamonte podría ser parte de una guerra entre bandas narcotraficantes en la región de Rosario, un factor que ha sido mencionado repetidamente por las autoridades. La secretaria de Seguridad de la Nación, Alejandra Monteoliva, subrayó la necesidad de una ley antimafia más fuerte como un enfoque para combatir la creciente violencia y el crimen organizado en Argentina.

La situación actual en Rosario es alarmante, y la muerte de Bracamonte deja un vacío de poder que podría desencadenar más violencia en el futuro inmediato. Las autoridades y los ciudadanos permanecen en vilo, esperando respuestas y justicia en un entorno cada vez más peligroso y caótico.