La fiebre de Chapare, una enfermedad alarmantemente similar al Ébola y al virus Marburgo, ha cobrado la vida de un hombre en Bolivia, reavivando preocupaciones sobre su posible propagación. Este raro arenavirus, zoonótico por naturaleza, se transmite principalmente a través del contacto con roedores y sus secreciones, una vía de contagio que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado en su sistema de vigilancia epidemiológica.

El fallecido, un hombre de unos 50 años, comenzó a mostrar síntomas el 19 de diciembre de 2024. Presentaba fiebre, mialgias, artralgias y hemorragias. Desafortunadamente, solo nueve días después de presentar los primeros signos de la enfermedad, falleció el 30 de diciembre, un escenario trágico que refleja la agresividad de este virus. Desde su identificación en 2004 tras un brote en la provincia de Chapare, se han documentado cinco brotes, aumentando la preocupación en poblaciones vulnerables.

La provincia de Chapare, donde se originó el virus, ha sido escenario de casos anteriores. Hasta ahora, se han reportado un total de 15 casos desde entonces, con una alarmante tasa de mortalidad de hasta el 67% en algunos brotes. No obstante, según las autoridades sanitarias, actualmente no hay riesgo de transmisión internacional.

Las autoridades sanitarias reportaron que el paciente comenzó a buscar atención médica en un centro de salud local tras la exacerbación de sus síntomas; el Centro Nacional de Enfermedades Tropicales confirmaría la fiebre hemorrágica de Chapare en muestras sanguíneas a inicios de enero. A pesar de este caso mortal, se han tomado medidas de salud pública para controlar el riesgo, aunque la amenaza persiste en ambientes rurales donde el contacto con roedores es más frecuente.

"Las condiciones en las que vivía el paciente, como su hogar y la extensa infestación de roedores, son un factor de riesgo significativo", destacó la OMS, añadiendo que el paciente era agricultor, lo que podría haber incrementado su exposición al virus. La transmisión entre personas es poco frecuente, pero existe, y las tasas de letalidad son sumamente preocupantes, especialmente en pacientes no tratados.

Cabe recordar que en 2019, el virus logró transmitirse a trabajadores de la salud en un hospital de La Paz, donde dos de ellos perdieron la vida. Este antecedente subraya la necesidad de implementar medidas de prevención rigurosas en contextos hospitalarios y comunitarios.

En cuanto a la prevención, la Universidad de Oxford, junto con la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI), está desarrollando vacunas específicas para los virus de la familia Arenaviridae, apoyadas por un presupuesto de 25 millones de dólares. Con el aumento de los casos, el mundo debe mantenerse alerta ante la posibilidad de nuevos brotes y seguir investigando activamente para poder contener esta amenaza sanitaria.