Durante una reciente rueda de prensa, Serguei Riabkov, viceministro de Exteriores de Rusia, enfatizó que el mundo no puede subestimar el riesgo de un enfrentamiento militar entre potencias nucleares, haciendo hincapié en que "lo que está sucediendo no tiene paralelo en la historia". Esta declaración se produce en un contexto de creciente tensión entre Israel e Irán, dos naciones con desarrollo nuclear muy opaco. Si bien Israel es reconocido como un estado nuclear, la existencia de un programa de armas nucleares en Irán se encuentra en debate, con estudios sugiriendo que el país aún no ha alcanzado el nivel de enriquecimiento de uranio necesario para fabricar armas nucleares.

Rusia, con aproximadamente 5,900 ojivas nucleares, es la nación más armada del mundo en cuanto a armamento nuclear, y actualmente se encuentra en un enfrentamiento militar prolongado con Ucrania, lo que añade un elemento de complejidad al ya problemático escenario geopolítico global.

Riabkov también comparó la situación actual con la Crisis de los Misiles de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una guerra nuclear: "La humanidad estuvo a solo horas de una decisión que podría haber cambiado el curso de la historia".

El analista ruso Andrey Baklanov, de la Asociación de Diplomáticos, advirtió que tanto Israel como Irán no están preparados para un conflicto a gran escala. Afirmó que Israel ha enfrentado serias dificultades en Gaza, y que en un conflicto regional, podría sufrir consecuencias devastadoras. "Irán no está atacando directamente a Israel como estado y parece abierto a la distensión", añadió.

En este contexto, Rusia ha centrado su atención en Israel, demandando al Consejo de Seguridad de la ONU que exija el cese inmediato de hostilidades por parte de Israel, señalando que el país tiene la "responsabilidad principal" en la escalada del conflicto, en especial en la región del Líbano.

Con el enfoque del mundo en esta situación, es crucial que las naciones involucradas reconsideren sus estrategias y busquen el diálogo antes de que una confrontación destructiva se vuelva inevitable.