La gran cita del fútbol español entre el FC Barcelona y el Atlético de Madrid, prevista para el próximo 22 de diciembre en Miami, ha sido CANCELADA. La noticia ha tomado por sorpresa a muchos, ya que el 25 de octubre se había presentado una solicitud ante la RFEF para que este encuentro se disputara en Estados Unidos.

La decisión ahora recae sobre la Comisión Gestora de la RFEF, que se encuentra en un periodo electoral y, por ende, tomando decisiones cruciales para el futuro del fútbol en España. Este mediodía, se supo que la RFEF había enviado una consulta al CSD para confirmar los aspectos legales que podrían influir en esta decisión.

Esta consulta viene tras el tumultuoso periodo que vivió la Comisión Gestora luego de la dimisión de Luis Rubiales el 20 de septiembre del año pasado, durante el cual se tomaron decisiones que fueron denunciadas ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), resultando en la inhabilitación de Pedro Rocha, el entonces presidente de dicha comisión, por dos años.

Hoy, la RFEF ha decidido dar marcha atrás en su planteamiento original de celebrar este encuentro fuera de España. Tanto la RFEF como LaLiga han coincidido en que no es el momento adecuado para realizar este evento debido a la inestabilidad actual en la gestión federativa. Sin embargo, LaLiga ha manifestado su continuo deseo de internacionalizar el fútbol español y jugar en otros mercados, especialmente dado su vínculo cercano con la RFEF.

Esta situación plantea interrogantes sobre el futuro de las competiciones internacionales y el atractivo que tienen los clubes españoles en el extranjero. Sin embargo, según la normativa de la FIFA, es la RFEF quien debe informar a la UEFA una vez que los clubes estén de acuerdo en jugar un partido fuera de España.

Si la RFEF decidiera finalmente autorizar el encuentro, debería comunicarlo a la UEFA antes del 1 de diciembre. Luego, la UEFA se encargaría de la autorización final, lo que podría permitir que se jugara el partido, pero hasta ahora, esa posibilidad se ha desvanecido.

Este nuevo revés en la organización de partidos internacionales pone de relieve los desafíos que enfrenta el fútbol español para expandirse globalmente. Los fans de ambos equipos deberán esperar más para ver a sus ídolos en el extranjero, mientras que la incertidumbre continúa sobre quién tomará las riendas en la RFEF en el futuro próximo.