El Balón de Oro ha encontrado un hogar en Barcelona, marcando un hito en la historia del fútbol femenino español. Por cuarto año consecutivo, el prestigioso galardón premia a una futbolista española, y esta vez fue Aitana Bonmatí quien, en una emotiva ceremonia en el Théâtre Châtelet de París, levantó su segundo Balón de Oro, igualando así a su compañera de club, Alexia Putellas. “Mi mentalidad ganadora, competitiva y ambiciosa es lo que me ha hecho la jugadora que soy”, confesó Aitana en un video durante la gala, llena de gratitud hacia sus compañeras y su club, afirmando que “esto no se logra solo.”

Bonmatí tuvo una temporada histórica con el FC Barcelona, ganando cuatro títulos: la Champions, la Liga, la Supercopa y la Copa, además de contribuir con 19 goles y 19 asistencias en 40 partidos. Su desempeño fue tan impresionante que fue reconocida como la mejor jugadora de la Champions, anotando en las semifinales y en la final. Aunque no todo fue gloria, ya que en los Juegos Olímpicos de París, la selección española terminó en un decepcionante cuarto lugar tras una clasificación histórica. Más allá de sus hazañas deportivas, Aitana ha emergido como una voz potente en la defensa de los derechos sociales.

“Desde siempre me he preocupado por los más vulnerables. Habiendo tenido un micrófono, me he involucrado más. Lo hago porque lo siento en la piel”, dijo en una entrevista, comentando sobre la lucha de su familia contra la desigualdad social y de género. Aitana fue parte de las 15 jugadoras que solicitaron no ser convocadas con la Selección hasta que se sintieran valoradas. Finalmente, algunas de ellas, incluida Aitana, regresaron para levantar la Copa del Mundo en Australia. Sin embargo, este logro se vio ensombrecido por el beso no consentido de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, un escándalo que conmocionó al mundo del deporte.

Después de recibir el galardón a mejor jugadora de la UEFA, Aitana tomó la difícil decisión de alzar la voz sobre el respeto y la dignidad de las mujeres en el deporte. “No debemos permitir que haya abusos de poder en el ámbito laboral ni faltas de respeto”, afirmó contundentemente. Estas palabras resonaron entre muchas futbolistas, que alzaron su estandarte con el lema “Se Acabó”, lo que resultó en la dimisión de Rubiales y del entonces seleccionador, Jorge Vilda.

La historia de Aitana tiene profundas raíces en su familia. Su padre, Vicent Conca, vivió la brutalidad del estado español en los años 90 al ser detenido y torturado por la Guardia Civil. Esta experiencia marcó su vida y, según Aitana, le enseñó el valor de luchar por la justicia. La joven futbolista creció sabiendo que su nombre era una combinación de esfuerzo y perseverancia, y que cada logro iba acompañado de una lucha por la igualdad.

La llegada de Aitana al fútbol no fue arbitraria; desde niña fue influenciada por su entorno familiar y social. En su infancia, pasaba tiempo en Ontinyent, donde su pasión por el Barça comenzó. Ahora, como la mejor futbolista del mundo, no solo destaca por su destreza en el campo, sino también por su activismo, formando parte de la vanguardia de las jugadoras que buscan una mayor visibilidad y justicia en el deporte.

A medida que los focos se apagan, Aitana regresa a sus raíces, a la plaza de su infancia, donde lo que importa es disfrutar y compartir con sus amigos. No hablará de fútbol, al menos no de inmediato; guardará su Balón de Oro y se permitirá un respiro, quizás incluso tocando la guitarra, recordando que su verdadera victoria no solo está en los trofeos, sino también en la lucha por un mundo más equitativo.