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Sigmund Freud: Descubre los Impactantes Detalles de la ‘Operación Salvar a Freud’ y Sus Últimos Días en el Exilio

2024-09-22

Hace 85 años, mientras Europa se adentraba en la Segunda Guerra Mundial, el mundo se detuvo para rendir homenaje al fallecimiento de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. El 23 de septiembre de 1939, Freud murió en Londres, a miles de kilómetros de su Viena natal, donde había pasado la mayor parte de su vida. Su muerte podría haber pasado desapercibida en medio de la devastación de la guerra, pero su legado y su revolucionaria perspectiva sobre la psicología continúan resonando en el presente.

Freud, a los 83 años, dejó una huella indeleble en la historia del pensamiento humano, desafiando convenciones al proponer que los problemas psicológicos podían tratarse mediante conversaciones y no con métodos violentos o de confinamiento. Su teoría del complejo de Edipo y la idea de que trastornos psicológicos tienen raíces sexuales lo consagraron como una figura central del siglo XX.

En 1938, después de que Austria fue anexada por la Alemania nazi, Freud se vio obligado a dejar Viena. A pesar de la presión creciente, él no estaba convencido de que su vida estaba en peligro, incluso cuando sus libros fueron quemados públicamente por nazis en Berlín. Sin embargo, la detención breve de su hija Anna por la Gestapo fue el catalizador que finalmente lo llevó a tomar la difícil decisión de exiliarse.

La 'Operación Salvar a Freud' fue una hazaña compleja, impulsada por amigos y seguidores que reunieron fondos y gestionaron el papeleo necesario para que Freud y su familia pudieran escapar de Austria. Con el apoyo de la princesa Marie Bonaparte y otros aliados, lograron reunir el dinero suficiente para la fianza que les permitiría salir, junto con parte de su valiosa biblioteca y antigüedades.

El 4 de junio de 1938, Freud abordó el famoso Expreso de Oriente hacia París, y poco después se instaló en Londres, donde fue recibido como una celebridad. Sin embargo, el recibimiento no pudo ocultar su deteriorado estado de salud, las secuelas del cáncer bucal que había estado combatiendo desde 1923 lo habían dejado en un estado frágil y vulnerable.

A pesar de su salud deteriorada, Freud continuó trabajando en su última obra, 'Moisés y el monoteísmo', gracias a la cual logró adquirir la casa que se convertiría en su hogar y que hoy alberga un museo en su honor. Allí, Freud, aunque rodeado de amigos y algunos de los intelectuales más destacados de la época, nunca dejó de sentir nostalgia por su Viena natal.

Pese a la calidez de su nuevo hogar en Inglaterra, Freud escribió en sus cartas sobre la contradicción de sentirse agradecido pero no plenamente feliz. La sensación de no pertenecer del todo lo acompañó hasta su último aliento.

El 22 de septiembre de 1939, Freud tomó la decisión consciente de poner fin a su sufrimiento. Su médico, Max Schur, le administró una dosis de morfina que le provocó la muerte al día siguiente, en un acto que muchos consideran el primer caso documentado de suicidio asistido en la historia. Curiosamente, su muerte ocurrió en Yom Kipur, el día más sagrado para los judíos, un hecho que añade una nota profundamente simbólica a su partida.

La historia de Freud no sólo es un relato conmovedor de un pionero en el estudio de la mente humana, sino también un reflejo de la turbulenta época en la que vivió, llena de persecuciones, desarraigo y un inquebrantable espíritu de lucha.