El físico y divulgador científico Alessandro Maccarrone está profundamente enamorado de las matemáticas. Para él, explicar esta fascinante disciplina es una auténtica pasión que ha impulsado su carrera.

Maccarrone argumenta que, a pesar del rechazo que a menudo generan, las matemáticas son imprescindibles no solo para resolver problemas cotidianos, sino también para procesar la vasta cantidad de información que recibimos a diario y tomar decisiones críticas.

Le resulta incomprensible que muchas personas se sientan avergonzadas de cometer errores en gramática o cultura general, pero no tengan reparos en admitir su falta de conocimiento matemático con frases como: "Es que yo soy de letras". En su libro *El infinito placer de las matemáticas*, Maccarrone intenta desestigmatizar esta ciencia y eliminar el miedo que muchos sienten hacia ella.

A lo largo de su obra, presenta 17 conceptos matemáticos fundamentales de manera gráfica y entretenida, desde números primos hasta fracciones y la teoría de la relatividad. Cada capítulo, adornado con maravillosas ilustraciones de Luis Paadín, aborda conceptos que, en su opinión, cualquier ciudadano debería dominar para ejercer una ciudadanía plena.

Durante el Hay Festival de Arequipa, Maccarrone compartió su experiencia y motivaciones para escribir este libro. Revela que su interés por las matemáticas y la física proviene de su familia, en particular de su tío, quien fue su gran inspiración. Además, reflexionó sobre la negativa percepción social que rodea a esta ciencia, comparándola con un "amor imposible".

Maccarrone defiende que el placer por las matemáticas no se encuentra en fórmulas complejas y algoritmos, sino en la búsqueda de patrones y regularidades en nuestra vida diaria. Por ejemplo, se pregunta cuántas formas diferentes puede doblar una servilleta mientras desayuna. Según él, este tipo de curiosidad es la esencia de las matemáticas.

En el libro, busca presentar a las matemáticas como parte esencial de nuestra herencia cultural, ayudándonos a entender el mundo y a tomar decisiones informadas. Un claro ejemplo es la proporción de riquezas en el mundo, que nos permite reflexionar sobre la injusticia social utilizando conceptos matemáticos.

Sin embargo, Maccarrone se pregunta por qué el placer por las matemáticas parece tan difícil de transmitir. Argumenta que una educación tradicional ha presentado una visión reduccionista, centrándose en la resolución de algoritmos en lugar de fomentar la creatividad y el razonamiento crítico.

Considera crucial transformar la enseñanza de las matemáticas en las escuelas, enfatizando la comprensión y la indagación en lugar de la velocidad y la precisión, lo que podría ayudar a los estudiantes a despojarse de su miedo hacia esta disciplina. Quiere que todos comprendan la utilidad de las matemáticas en la vida cotidiana, desde calcular proporciones en una receta hasta interpretar gráficos en noticias.

Maccarrone refuerza que el verdadero motor del aprendizaje matemático debe ser el placer, el deseo de entender la belleza subyacente en patrones, formas y regularidades que nos rodean. Esta apreciación no solo se limita a la matemática pura, sino que también se extiende a las humanidades, el arte y la música, demostrando que las matemáticas son una parte integral de nuestra experiencia humana.

Como él dice, "no hay nada más humano que la capacidad de razonar", y las matemáticas son una forma de liberar esa humanidad. Maccarrone invita a todos a explorar y redescubrir las matemáticas, no como una asignatura ominosa, sino como una emocionante aventura del pensamiento.