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La buhardilla secreta de la Biblioteca Nacional: un refugio de literatura contra la censura de Pinochet

2025-09-10

Autor: Sofía

Un hallazgo inesperado

En septiembre de 1973, Chile vivía bajo la sombra de una dictadura militar que comenzó a perseguir cualquier publicación de ideas izquierdistas. Más de 45 años después, libros y documentos del derrocado Gobierno socialista emergieron repentinamente de la buhardilla de la Biblioteca Nacional, desafiando la censura que los había mantenido ocultos durante décadas.

Fernando Echeverría, bibliotecario, recordó: “Cuando recuperamos estos libros, descubrimos que eran de la época de Salvador Allende. Incluir discursos del presidente que nunca se registraron en la base de datos es un misterio que aún nos intriga.”

El impacto de la dictadura en la literatura

El golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 no solo derribó al Gobierno de la Unidad Popular, sino que también afectó profundamente el ámbito literario en el país. Sin embargo, bibliotecas, editoriales y librerías no se quedaron de brazos cruzados; lucharon por preservar la valiosa herencia literaria frente a la represión cultural.

Desde el ocultamiento de ejemplares durante los allanamientos hasta la creación de publicaciones a pesar de la censura editorial, aquellos que defendieron la libertad de lectura se convirtieron en verdaderos héroes de la resistencia cultural.

Quimantú: ¿la cultura como amenaza?

En 1971, antes de la llegada de la dictadura, el Gobierno de Allende estableció la editorial estatal Quimantú. Esta revolucionó el panorama editorial al producir libros de manera masiva y accesible, convirtiéndose en un pilar del proyecto socialista.

Sin embargo, la dictadura, al considerar que dichos libros podían propagar el “cáncer marxista”, tomó medidas drásticas: ocupación de la editorial, destrucción de miles de ejemplares, e incluso allanamientos y quema de libros.

La resistencia literaria

Historiadores como Karen Donoso explican que el peligro de los libros estaba más en su contexto que en su contenido. Para proteger la literatura, se implementaron estrategias clandestinas, como ocultar tarjetas de catálogo en la Biblioteca Nacional.

Mientras algunos espacios literarios caían bajo la represión, la Biblioteca Nacional se destacó por su ingenio en proteger 35 millones de ejemplares. Otras bibliotecas, como la de la Universidad de Chile, no tuvieron la misma suerte y sufrieron pérdidas irreparables.

Un nuevo orden cultural

La represión pasó de un enfoque inicial a un sistema de censura institucionalizado, vigente hasta 1983. A pesar de las severas restricciones, la producción literaria encontró formas de resistencia. Publicaciones como la Agencia de Prensa de Servicios Internacionales (APSI), se convirtieron en la voz de la oposición, utilizando su proyección internacional para cuestionar al régimen.

“Siempre buscábamos extender nuestros límites a pesar de la censura”, recuerda Arturo Navarro, fundador de APSI.

La herencia cultural de Quimantú

A pesar del daño infligido por años de dictadura, la cultura en Chile ha mostrado una resiliencia notable. Con la rearticulación neoliberal surgieron retos como la implementación de un IVA del 19% a los libros, considerado uno de los más altos del mundo.

Sin embargo, hoy en día, la literatura chilena florece con nuevas iniciativas, ferias y editoriales emergentes. Jaime Rosenblitt enfatiza la importancia de no idealizar la dictadura; aunque impactó fuertemente, no logró desarticular completamente la escena cultural.

Con un optimismo renovado, Navarro concluye que la herencia de resistencia permaneció viva, subrayando que, como diría Neruda, “no cantamos en vano”. La artesanía democratizadora de Quimantú sigue brillando en la buhardilla de la Biblioteca Nacional.