En los pasillos de la Universidad Libre de Ámsterdam, el profesor Filip Ilievski investiga con inteligencia artificial (IA) de una manera interesante y poco convencional. Mientras juega con la IA, su trabajo se centra en un área fascinante: cómo la IA puede mejorar en la resolución de acertijos y problemas de lógica.

Ilievski sostiene que esta comprensión es fundamental para el desarrollo de tecnologías más avanzadas. A diferencia de las máquinas, los humanos tienen la capacidad de aplicar sentido común y adaptarse a nuevas situaciones, algo que aún representa un desafío para la IA.

La inteligencia artificial se puede distinguir en aspectos como el reconocimiento de patrones, pero enfrenta dificultades en problemas que necesitan un razonamiento más abstracto. Esto fue evidente en un estudio reciente donde una IA, a pesar de sus avances, falló en frases simples que requieren un razonamiento temporal.

Se le presentó a la inteligencia artificial un acertijo que planteaba la situación de un individuo llamado Mable. Aunque para un humano la respuesta sería sencilla, la IA no supo responder de manera efectiva, mostrando sus limitaciones en la comprensión de implicaciones temporales.

Otro ejemplo clásico involucra un bate y una pelota que cuestan en total 110 dólares. Muchas personas cometen el error de suponer que la pelota cuesta 10 centavos, cuando en realidad cuesta 5 centavos. Esta confusión se debe a la tendencia humana de seguir su intuición, una área en la que la IA podría tener una ventaja, dado que puede analizar problemas de manera lógica, dependiendo de su entrenamiento.

Para mejorar la capacidad de la IA, investigadores como Ilievski están creando acertijos originales que desafían la creatividad tanto de las máquinas como de los humanos. Estos nuevos acertijos presentan combinaciones de imágenes y símbolos, demostrando que los seres humanos aún superan a la IA en la mayoría de los casos, aunque la IA está mejorando constantemente.

Recientemente, se destacaron los resultados de GPT-4, el modelo más avanzado de OpenAI, que logró resolver un buen número de acertijos, aunque los humanos mantuvieron una tasa de éxito superior. Esto resalta la importancia de entender cómo la IA procesa la información. En última instancia, aún falta mucho por aprender sobre las semejanzas y diferencias en los métodos de razonamiento entre la IA y los humanos.

En un mundo donde la IA está en constante evolución, estas investigaciones no solo nos acercan más a entender los límites de la inteligencia artificial, sino también a desentrañar la complejidad de nuestra propia mente. La intersección entre la IA y la neurociencia sugiere un futuro donde ambos campos puedan beneficiarse mutuamente, ofreciendo perspectivas innovadoras sobre la cognición humana.

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