Patricia Peña, destacada periodista y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, ha alzado la voz sobre las peligrosas implicancias de la reciente decisión de Meta de eliminar el servicio de fact-checking. Durante una conversación con Mirna Schindler en el programa Al Pan Pan, Peña enfatizó que en el actual entorno digital, 'la desinformación, el acoso y la violencia, todo se monetiza.'

Este controvertido movimiento de Meta, según Peña, está impulsado por intereses comerciales y no por un compromiso con la verdad. Advirtió que 'el negocio de Meta hoy se encuentra centrándose en el desarrollo de inteligencia artificial generativa y otras tecnologías similares, más que en el bienestar de sus usuarios.' Esta transformación pone en evidencia cómo las redes sociales han dejado de ser plataformas de intercambio de información para convertirse en meros vehículos de lucro.

Peña también advirtió sobre la creciente concentración del poder tecnológico en manos de figuras como Mark Zuckerberg y Elon Musk, y cómo estas decisiones no se basan en consideraciones éticas o sociales. 'Más bien, todo gira en torno a la economía y el control del mayor número de usuarios dentro de este ecosistema digital,' manifestó.

El impacto de esta situación es aún más profundo en países como Chile, que dependen en gran medida de estas plataformas internacionales y carecen de alternativas tecnológicas propias. Esta realidad no solo afecta la calidad de la información que recibimos, sino que también limita el desarrollo de iniciativas nacionales en el ámbito digital.

Peña hizo un llamado urgente a la educación crítica de los usuarios frente a estas tecnologías. 'Es crucial entender de dónde provienen, cómo operan y cómo afectan nuestra interacción con la información. Esta comprensión nos permitirá tomar decisiones informadas, más allá de los intereses comerciales que podrían influir en nuestra experiencia en línea.'

Además, propuso la necesidad de debatir sobre el desarrollo de infraestructuras tecnológicas abiertas y descentralizadas, como Mastodon o Blue Sky. Estas alternativas ofrecen un modelo más ético y comunitario en contraste con las plataformas corporativas que priman el beneficio económico sobre el bienestar social.

El futuro de nuestra información y comunicación depende de nuestra capacidad para cuestionar y transformar esta realidad. ¿Estamos dispuestos a abrir los ojos ante la desinformación que hoy se mueve como un producto en el mercado?