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El sorprendente origen de Yao Ming: ¿experimento del gobierno chino?

2024-09-28

En 2002, Yao Ming, con 2,29 metros de estatura, se unió a la NBA, marcando un antes y un después en el baloncesto. Su ascenso fue precedido por una infancia llena de presiones y controversias que sacaron a la luz un oscuro escenario tras su éxito.

Yao, hijo de dos entusiastas del baloncesto, fue concebido en un contexto donde la genética era colosalmente valorada por las autoridades chinas. Según el periodista Brook Larmer, autor del libro 'Operación Ming', existen sospechas de que Yao fue un producto del régimen, diseñado para convertirse en una estrella mediática del deporte.

Desde su nacimiento, donde pesó la impresionante cifra de 5 kilogramos y midió 61 centímetros, su camino fue marcado por la imposición de la disciplina deportiva. Siendo solo un niño, fue forzado a practicar baloncesto, pese a su interés inicial en otras actividades, como el waterpolo y la lectura.

El régimen chino, obsesionado con formar atletas que pudieran destacar en la escena internacional, presionó a su familia de tal modo que, a los ocho años, Yao era sometido a sesiones de entrenamiento que duraban hasta diez horas diarias. Esta dura rutina incluía no solo baloncesto, sino adoctrinamiento político con discursos patrióticos.

Su madre, Fang Fengdi, comprendió su sufrimiento e intentó alejarlo del baloncesto, pero las autoridades impidieron sus esfuerzos, alegando que Yao era una reserva del ejército, lo que limitó su educación convencional.

A medida que crecía y continuaba su arduo entrenamiento, pasó a ser objeto de estudios médicos rigurosos en el Instituto de Investigaciones de Ciencia Deportiva de Shanghái. Estos exámenes no solo estaban relacionados con su desarrollo físico, sino que también se especula que incluyeron tratamientos hormonales, aunque esto queda en el ámbito de la especulación, ya que Larmer no encontró evidencia concluyente.

Con el tiempo, Yao Ming se consolidó como una figura icónica no solo en China, sino en el mundo entero. Tras ocho años en la NBA con los Houston Rockets, no solo se convirtió en un símbolo de éxito, sino que también logró unir dos culturas, el comunismo chino y el capitalismo estadounidense, al atraer patrocinadores y contribuir significativamente al baloncesto mundial.

A pesar de las teorías sobre su juventud y la presión ejercida por el estado, la realidad es que Yao Ming logró construir su propia leyenda y se ha mantenido como un ícono del baloncesto y un embajador cultural entre naciones. Hoy en día, Yao es recordado no solo por su altura y habilidades en la cancha, sino por su capacidad de superar circunstancias adversas, convirtiéndose en un ejemplo de perseverancia y éxito.