El reciente gesto de Elon Musk durante la toma de posesión de Donald Trump ha desatado un amplio debate en medios de comunicación y en redes sociales. Este gesto, que implicó llevarse la mano al corazón y extender el brazo en alto, ha sido interpretado por algunos como un saludo romano, generando confusión y controversia.

Sin embargo, ¿existe realmente un saludo romano como el que muchos piensan? La respuesta es un contundente no. El llamado saludo romano es una invención del siglo XVIII. Durante el período de la antigua Roma, no existían gestos similares. Este tipo de confusión puede atribuirse a estatuas romanas como la del Arringatore, que representa a un orador extendiendo su brazo, pero no como un saludo, sino para indicar inicio de su discurso, un acto común en la retórica de la época.

La fascinación por Roma antigua ha perdurado a lo largo de los siglos, inspirando a pensadores como Elon Musk, quien ha expresado su admiración por la civilización romana, argumentando que Estados Unidos podría ser considerada la 'Nueva Roma'. Sin embargo, su interpretación de la historia es incorrecta y la manipulación de gestos como este no hace más que distorsionar el legado romano.

Es interesante señalar que la idea del saludo romano se popularizó a mediados del siglo XIX, en buena parte gracias a artistas como Jacques-Louis David, quien, en su pintura 'El Juramento de los Horacios', representó un gesto de unidad que erróneamente fue denominado saludo romano. A medida que el tiempo pasó, este gesto se asoció fuertemente con movimientos políticos, incluidos el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania.

El dramatismo del cine también jugó un papel esencial en la consolidación de este mito. Películas icónicas sobre Roma, como 'Quo Vadis' y 'Ben-Hur', han perpetuado una visión estereotipada que confunde aún más la realidad histórica. Lo irónico es que, aunque estos gestos se han vinculado al poder militar y autoritario de Roma, no tienen bases en la historia real. Curiosamente, la película 'Gladiator' (2000) se apartó de esta representación errónea, mostrando una nueva manera de entender los gestos de poder.

La confusión que generó el gesto de Musk refleja cómo la historia puede ser reinterpretada y mal utilizada en el discurso contemporáneo. Lo que podría haber sido un simple acto, se convierte en un símbolo problemático precisamente porque es un eco de ideologías autoritarias y malentendidos. Esta narrativa no solo destaca la falta de conocimiento histórico, sino que también pone de relieve cómo los íconos modernos pueden ser manipulados para crear connotaciones que no corresponden a la realidad.

Es crucial que, como sociedad, nos eduquemos sobre la historia para no caer en las trampas de la interpretación errónea que pueden afectar nuestro entendimiento y valores actuales. Si bien el gesto de Musk fue notorio, es fundamental recordar que lo que consideramos como un saludo romano es, en realidad, un mito que requiere ser desenmascarado para enfrentar los discursos de odio y autoritarismo que a menudo lo acompañan.