En agosto de 2021, una reunión clave tuvo lugar en la Casa Blanca con la alta cúpula de la inteligencia estadounidense. El presidente Joe Biden y su equipo de asesores buscaban respuestas sobre los orígenes del Covid-19, un virus que había cambiado el curso de la historia reciente.

Durante esta reunión, se esperaba que las agencias de inteligencia y los laboratorios nacionales desglosaran sus análisis sobre dos teorías predominantes en ese momento. La primera apuntaba a un salto zoonótico del virus, es decir, de un animal a un humano. La segunda teoría sustentaba que el virus podría haberse escapado de un laboratorio en China, que había estado realizando investigaciones avanzadas sobre coronavirus.

El caso del FBI, representado por Jason Bannan, un doctor en microbiología que había dedicado horas a investigar el virus, fue interesante. A pesar de no haber sido llamado a presentar análisis en la reunión, el FBI, en aquel momento, era la única agencia que evaluaba como probable una fuga de laboratorio, con un nivel de confianza moderado. Bannan expresó su sorpresa ante la falta de invitación: “Esperaba que se nos solicitara participar, dado nuestro análisis diferenciado.”

Aunque el Consejo Nacional de Inteligencia concluyó con una confianza baja que la teoría zoonótica era más plausible, surgieron tensiones dentro de la comunidad científica. En medio del debate, se reveló que tres científicos del Centro Nacional de Inteligencia Médica compartían conclusiones diferentes, sugiriendo que el virus podría haber sido manipulado en un laboratorio, aunque esta evaluación no se incluyó en el informe final presentado al presidente.

En marzo de 2020, un grupo de científicos había calificado la teoría de la fuga de laboratorio como un mito conspirativo. Sin embargo, las voces a favor de esta última teoría han crecido en comparación con los inicios de la pandemia. Ralph Baric, un experto en coronavirus, afirmó que las investigaciones sobre estos virus debían ser llevadas a cabo bajo normas estrictas para evitar riesgos inusuales.

El enfoque de la comunidad de inteligencia ha cambiado conforme ha avanzado el tiempo; en 2023, el Departamento de Energía se alineó con el FBI en considerar la teoría de la fuga del laboratorio como una opción plausible, un cambio que revivió el interés y la disputa sobre cómo se conoció el virus originalmente. Se reportó que algunos científicos de la comunidad estaban creando variantes del coronavirus en un ambiente de laboratorio.

A lo largo de la crisis global, incluso la naturaleza del origen geográfico del virus ha sido motivo de escrutinio. El argumento se centró en la idea de que, si el Covid-19 realmente había tenido un origen zoonótico en un murciélago, se habrían documentado casos tempranos en una vasta región entre Yunnan y Wuhan, un recorrido que representa más de 1.500 kilómetros de distancia. Sin embargo, la pesquisa sigue avanzando atípicamente, y aún no hay un consenso claro sobre los orígenes del Covid-19.

Con el paso del tiempo y múltiples informes en proceso, las agencias de inteligencia continúan su investigación. A medida que se revelan nuevos detalles y el debate se intensifica, el mundo espera respuestas finales a una de las cuestiones más importantes del siglo XXI: ¿cómo comenzó realmente la pandemia de Covid-19?