Esta semana, los Republicanos han conseguido un doble triunfo histórico: han recuperado la Casa Blanca con Donald Trump a la cabeza, y han obtenido el control del Senado con una mayoría de 52 escaños, despojando a los Demócratas de su dominio. Sin embargo, el foco ahora se centra en la Cámara de Representantes, donde los Republicanos aún luchan por asegurar el control. Si logran mantener sus asientos actuales, conseguirán un triplete crucial en la gestión política de la nueva administración Trump.

El presidente actual de la Cámara, Mike Johnson, expresó su confianza en que “los republicanos están listos para tener un gobierno unificado en la Casa Blanca, el Senado y la Cámara”. Sin embargo, desde el equipo demócrata, el líder Hakeem Jeffries mostró cautela al afirmar que todo “sigue en el aire” y que hay que “contar cada voto”.

El proceso de recuento de las papeletas aún no ha concluido. Las proyecciones actuales indican que los Republicanos tienen 207 escaños y los Demócratas 194, lo que significa que la oposición está más cerca de alcanzar los 218 escaños necesarios para obtener la mayoría. Para complicar aún más la situación, desde las elecciones legislativas de 2022, los Republicanos ya tenían el control de la Cámara, con 220 escaños frente a 212 de los Demócratas. Esto significa que la oposición necesita ganar al menos cuatro escaños y conservar todos los suyos para tomar el control.

El resultado final dependerá en gran medida de la costa oeste de EE.UU., particularmente de California, donde hay decenas de escaños en juego, junto con los estados de Arizona, Oregon e Iowa.

Como se adelantó al comienzo de la jornada electoral, es probable que el proceso de recuento se extienda incluso hasta la próxima semana, lo que significa que no conoceremos el control definitivo de la Cámara en los próximos días. En 2022, por ejemplo, pasaron nueve días hasta que se realizó el anuncio final.

Aunque es poco común que ambas cámaras del Congreso cambien de partido simultáneamente en direcciones opuestas, no es una tarea imposible. Este cambio podría determinar cómo se desarrollará la presidencia de Trump y su agenda.

Si los Demócratas logran mantener el control de la Cámara de Representantes, serán la última línea de defensa contra la agenda del empresario, quien ya ha adelantado diversos proyectos que implementará al llegar a la Casa Blanca. Un aumento en la representación Demócrata obligaría a la administración a negociar sus iniciativas, como las exenciones fiscales de 2017 que vencen a finales de 2025, y daría más control sobre la política exterior, especialmente en relación con Ucrania y otros aliados estratégicos.

Por otro lado, si los Republicanos logran mantener el liderazgo en la Cámara, tendrán control no solo del Ejecutivo, sino del Congreso en su totalidad, lo que facilitaría la aprobación de la agenda ambiciosa de 100 días que Trump ya ha trazado. Esto incluye recortes fiscales, un aumento en la vigilancia en la frontera sur, deportaciones masivas y cambios en las regulaciones federales, temas que son prioridad para la nueva administración y que podrían llevarse a cabo con facilidad en un escenario de control total.