Ciencia

Descubre el Jardín Atómico de El Encín: Un Legado Fascinante de la Ciencia Española

2025-01-23

Autor: Benjamín

Introducción

Si miras detenidamente las imágenes satelitales del municipio de Alcalá de Henares, cerca de Madrid, te encontrarás con una peculiaridad intrigante: una gran estructura circular etiquetada como "Jardín Atómico". Este inusual lugar, que se asemeja a una plaza de toros en su forma, se extiende sobre un área de 15 hectáreas con un diámetro de 440 metros. En su interior, el centro albergaría algún día otro círculo diminuto de 50 metros, rodeado por un muro que ha desaparecido con el tiempo. Esto es solo un vestigio de una de las historias más cautivadoras de la ciencia en España.

Contexto histórico

En 1953, se firmaron los convenios hispano-estadounidenses, que además de facilitar la existencia de las bases militares estadounidenses en el territorio español, dieron paso a la llegada de tecnología nuclear a España. En aquel entonces, el presidente Eisenhower promovía el programa "Átomos para la Paz", un esfuerzo por transformar la investigación nuclear militar en aplicaciones civiles. Como parte de esta iniciativa, se organizó en Madrid una gran exposición sobre las aplicaciones de la energía nuclear, dando origen a la Junta de Energía Nuclear en Moncloa, hoy conocida como Ciemat. En este contexto de optimismo nuclear, se construyó el campo de radiación gamma de El Encín, también conocido como el Jardín Atómico.

Función de la instalación

La función de esta instalación era crucial: el ADN, esa molécula que contiene la vida, puede mutar de forma natural, lo que puede ser beneficioso para la agricultura al permitir el desarrollo de nuevas variedades de plantas y animales. A inicios del siglo XX, el genetista estadounidense Lewis Stadler descubrió que la radiación podía acelerar la producción de mutaciones, facilitando así la creación de nuevas variedades. Esta técnica, denominada mutagénesis inducida, ha estado en uso durante casi un siglo y ha tenido un impacto significativo en la producción agrícola moderna. El Encín fue la mayor instalación dedicada a este fin en Europa, contribuyendo al desarrollo de numerosas variedades agrícolas.

Colaboración internacional y experimentos

Con la colaboración entre España y Estados Unidos, se importó combustible nuclear agotado que se utilizó para generar rayos gamma, los cuales eran controlados a través de un sarcófago de plomo. Los árboles plantados concéntricamente actuaron como una barrera de contención de la radiactividad. Al levantar el sarcófago en momentos determinados, se irradiaron diferentes semillas y se llevaron a cabo extensos experimentos sobre los efectos de la radiación en flora y fauna. Uno de los resultados más destacados fue la creación de una nueva variedad de triticale, llamada cachirulo, desarrollada por el científico español Enrique Sánchez-Monge, que honra así sus raíces aragonesas.

Cierre de la instalación

La instalación funcionó hasta 1973, cuando se cerró debido al peligroso polvo de una fábrica de cemento cercana, que complicó la realización de experimentos. La fuente radiactiva fue trasladada a la Universidad Politécnica de Madrid, donde permaneció tres años con el objetivo de reactivar el campo, un plan que nunca se materializó. Finalmente, fue llevada al cementerio nuclear de El Cabril en Córdoba, donde permanecerá por miles de años.

Legado y relevancia actual

Con una historia rica e impresionante, el Jardín Atómico de El Encín fue uno de los cerca de veinte centros de su tipo a nivel mundial. Aunque actualmente solo operan dos en Japón y Malasia, la mutagénesis inducida sigue siendo relevante en la actualidad, utilizando métodos más asequibles y eficientes. Las nuevas técnicas, que emplean químicos, rayos X e incluso exposiciones a rayos cósmicos desde satélites, han revolutionado la manera de trabajar en genética agrícola. El legado del Jardín Atómico de El Encín continúa vivo, recordándonos el impacto que la ciencia puede tener en nuestra vida diaria.