Cristina Dorador, una apasionada investigadora de la Universidad de Antofagasta, ha salido a la palestra después de su participación en la fallida Convención Constitucional de Chile. Aunque el destino de la nueva constitución no se concretó, su compromiso con la ciencia y el medio ambiente permanece firme. La investigadora, que nunca ha visto el desierto como un lugar vacío, sino como un bastión de vida microbiana, ha publicado su libro ‘Amor microbiano’, una obra que fusiona su vida profesional con su amor por la naturaleza.

El libro profundiza en temas fascinantes como la cantidad de bacterias que habitan nuestros cuerpos y cómo se comparten a través de un simple beso, mientras rinde homenaje al desierto de Atacama, un entorno que, para muchos, es sinónimo de aridez y soledad. Sin embargo, Dorador destaca que este desierto es un ecosistema vibrante, lleno de microorganismos que podrían ofrecer pistas sobre la vida en otros planetas.

Dorador se siente realizada al transmitir la importancia de estos microorganismos no solo en términos científicos, sino también desde un enfoque personal y emocional. Su experiencia, crecer en un hogar de poetas, ha influido profundamente en su estilo literario, convirtiendo su enfoque científico en relatos que conectan con el lector a nivel emocional y humano.

El impacto de su trabajo se extiende más allá de la literatura. En sus charlas y presentaciones, Dorador ha inspirado a jóvenes y adultos a cuestionar su relación con la naturaleza y a ver el desierto de una manera más profunda, como un lugar de aprendizaje. Dijo: ‘En mis exploraciones por el norte de Chile, he notado que muchos lo perciben solo como un área para explotación. La falta de conexión ha llevado a una disminución de la sensibilidad por proteger estos ecosistemas vitales’.

Tras su experiencia en la Convención Constitucional, el mensaje de Dorador es claro: ¡No podemos ignorar la crisis climática que enfrentamos! Ella enfoca su mensaje hacia las nuevas generaciones de científicos, invitándolos a estudiar la biodiversidad del planeta, incitando a abrirse a la narración de sus aprendizajes desde una perspectiva humana.

Dorador también hace un llamado urgente a la preservación del medio ambiente, argumentando que el conocimiento científico debe ir de la mano con el respeto por las tradiciones locales y el conocimiento ancestral. Esto incluye promover una investigación más descentralizada que examine la rica diversidad cultural y científica de Chile.

Si bien el futuro parece incierto, la voz de Cristina Dorador resuena con un fervor renovado, invitándonos a reconstruir nuestra conexión con el mundo natural y a cuestionar cómo podemos vivir en armonía con él. Su mensaje es claro: La ciencia y el amor por la naturaleza pueden entrelazarse para crear una narrativa poderosa que inspire a todos y ayude a forjar un futuro sostenible. ¡Es tiempo de cambiar nuestra visión del desierto y del mundo!