La ansiedad ha tomado protagonismo en nuestra sociedad, especialmente después de la pandemia, convirtiéndose en una de las preocupaciones más frecuentes en la salud mental. Muchos la describen como una mezcla explosiva de estrés, prisa y expectativas poco realistas, que nos aleja del momento presente.

Iris Pérez Bonaventura, doctora en psicología, aclara que la ansiedad no siempre es negativa; puede ser útil, por ejemplo, para prepararse para un examen. Sin embargo, se convierte en un problema serio cuando interfiere en nuestra vida diaria, generando malestar constante. En Estados Unidos, los trastornos de ansiedad afectan a más de 40 millones de adultos, y en Brasil, se estima que 18.6 millones de personas padecen ansiedad, a menudo exacerbada por el uso de dispositivos digitales.

El contraste entre el miedo y la ansiedad es crucial. Gerald Nestadt, investigador en el Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de Johns Hopkins, explica que el miedo está relacionado con una amenaza conocida y la ansiedad se produce sin un origen claro, complicando la respuesta del individuo.

La ansiedad, en aumento globalmente, afecta a personas de todas las edades. Carina Castro Fumero, neuropsicóloga pediátrica, señala que manifestaciones ansiosas se ven cada vez más entre los jóvenes, con un aumento alarmante de hasta el 9.4% en niños de 3 a 17 años a nivel mundial.

Cinthia Ortiz, psicóloga de la Fundación Aiglée, explica que el aumento de la ansiedad se debe a factores contextuales que intensifican nuestra preocupación por el futuro, lo que impide disfrutar plenamente del presente. Maritchú Seitún, psicóloga familiar, añade que es crucial aprender a dejar ir el pasado y vivir en el ahora para alcanzar una paz mental.

Para controlar la ansiedad, las expertas sugieren desconectar de las distracciones. Ortiz recomienda crear espacios de pausa en nuestra rutina, reservar tiempo para disfrutar y aprender a discriminar lo importante de lo urgente. Además, Fernando García, psicólogo de la Fundación Aiglée, enfatiza la importancia de procesar menos información y afrontar los problemas en lugar de evitarlos, sugiriendo buscar ayuda profesional si la ansiedad se convierte en un obstáculo.

Carl Honoré, en su popular libro 'Elogio de la lentitud', aboga por desacelerar nuestros ritmos de vida. Propone estrategias simples como: reservar tiempo en la agenda para reflexionar, practicar la respiración profunda, tener conversaciones informales sin objetivos, y realizar paseos diarios. Estos hábitos pueden marcar una diferencia significativa en nuestra salud mental.

En resumen, la ansiedad es un fenómeno cada vez más prevalente en la vida moderna, pero con las herramientas adecuadas y la mentalidad correcta, es posible recuperar el control y encontrar el equilibrio emocional que todos merecemos.