Tecnología

Acabo de ver el futuro y no está en la América de Trump

2025-04-02

Autor: Benjamín

En una reciente visita a Shanghái, me enfrenté a una elección intrigante: ¿debería sumergirme en la versión estadounidense de Tomorrowland en Disneyland o explorar el auténtico Tomorrowland creado por Huawei? Opté, por supuesto, por el impresionante campus de investigación de Huawei, que se extiende como un titán tecnológico en un área equivalente a 225 campos de fútbol.

El campus, completado en solo tres años, alberga 104 edificios únicos, jardines majestuosos y un monorriel que conecta laboratorios para 35,000 empleados. Todo un atractivo diseñado para captar lo mejor del talento tecnológico, tanto chino como internacional. Lo más preocupante es que este desarrollo es una muestra palpable de cómo Huawei está respondiendo al intento de Estados Unidos de restringir su acceso a la tecnología desde 2019. Esto transformó a Huawei en un innovador, capaz de superar las sanciones y lanzar productos como el 'Mate 60', un smartphone impulsado por semiconductores de propia manufactura.

Además, Huawei no solo se limita a smartphones. Sus esfuerzos abarcan vehículos eléctricos, coches autónomos y tecnología de inteligencia artificial (IA) que promete redefinir la industria. Mientras Huawei implementa 100,000 cargadores rápidos en China solo en 2024, Estados Unidos lucha con una red de carga significativamente menos eficaz.

Este contraste se vuelve más alarmante cuando observamos el enfoque de China hacia la innovación. Mientras que Estados Unidos parece debatir cuestiones sociales, como el uso de equipos por atletas transgénero, China está enfocada en transformar su infraestructura tecnológica mediante IA. Trump ha estado concentrado en tácticas arancelarias, mientras que China está abriendo más campus de investigación, preparándose para un futuro donde la innovación es clave para su independencia económica.

La competencia ha cambiado. The Wall Street Journal reportó que las ganancias de Huawei se duplicaron el año pasado, mostrando una robustez sorprendente a pesar del ambiente hostil creado por las sanciones. Mientras tanto, las tensiones políticas en Estados Unidos a menudo hacen que sus legisladores pierdan de vista la realidad de la competencia global. Algunos incluso abogan por una estrategia más agresiva y menos informada frente a un oso panda como China.

A medida que la innovación avanza en China, es esencial reconocer las lecciones que podrían beneficiarnos. Los colegios e instituciones chinas están produciendo un número creciente de graduados en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), algo que puede cambiar el juego para las industrias mundiales. Mientras nuestras universidades enfrentan desafíos, los estudiantes y profesionales en China están bien posicionados para liderar en los nuevos campos tecnológicos.

Sin embargo, China no busca una guerra comercial; su creciente clase media enfrenta tensiones económicas, y el gobierno necesita estandarizar políticas para sostener su economía frente a las adversidades. Sin un acuerdo comercial beneficioso, ambos países se verán atrapados en un ciclo de competencia destructiva.

Es crucial que Estados Unidos trabaje en colaboración con China, no en oposición. La propuesta más sensata sería 'Hecho en Estados Unidos, por trabajadores estadounidenses, en asociación con innovación y capital chinos'. Este enfoque no solo abriría puertas a nuevas oportunidades, sino que también facilitaría la creación de tecnología que beneficie a ambos países. Este es el verdadero futuro que debemos considerar, para no quedarnos atrás en la carrera por la tecnología del mañana.

En resumen, el camino hacia la prosperidad no se logra levantando barreras. Si queremos un crecimiento sostenible en un mundo interconectado, la colaboración será la clave para no solo sobrevivir, sino prosperar juntos. Aunque advertimos el crecimiento del 'club de fitness' chino, el desafío reside en cómo Estados Unidos responde a su propio futuro.