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“Vivimos bajo una burocracia fría y deshumanizante”

2025-04-03

Autor: Marta

La impactante realidad

El aclamado cineasta griego presenta su quinto largometraje, 'Vida en pausa', que se estrena hoy en España, inspirado en hechos reales que han conmovido a muchas familias. La película retrata un inquietante fenómeno que surgió en Suecia en la década de 2000, el cual afecta a niños que llegan junto con sus familias solicitando asilo político. Estos pequeños, traumatizados por experiencias terribles, son recibidos temporalmente mientras se estudian sus casos y suelen integrarse en la sociedad y sentirse seguros. Sin embargo, cuando la devastadora noticia de su posible deportación llega, los niños entran en un coma inexplicable conocido como el síndrome de resignación infantil. “Vivimos en una sociedad cada vez más fría, donde la corrección política está construyendo muros en vez de puentes, y nos vuelve apáticos en lugar de empáticos. Con esta película, buscamos encontrar una manera de contrarrestar esta tendencia a través de la humanidad y el amor”, señala el director.

En 2018, un artículo en The New Yorker sobre el síndrome de resignación infantil me dejó sin palabras. A pesar de haber afectado a cientos de niños en Suecia durante más de veinte años, pocos conocen su historia.

¿Y qué es exactamente el síndrome de resignación?

Afecta principalmente a niños refugiados de entre 7 y 15 años, quienes pueden entrar en un coma que puede durar de 5 a 7 años. A día de hoy, no existe explicación científica clara: parece como si hubieran apagado su cerebro.

Esta es una realidad absolutamente distópica que necesita ser contada, y por ese motivo nació 'Vida en pausa'.

¿No hay tratamientos médicos disponibles?

Desafortunadamente, no. En el hospital solo se les mantiene vivos, y despiertan cuando sus padres logran hacerles sentir seguros nuevamente.

Estas criaturas han enfrentado situaciones extremadamente dolorosas.

Sí, muchos de ellos han sobrevivido a situaciones postraumáticas, han presenciado atrocidades como matanzas y violaciones, y han visto morir a sus seres queridos.

Finalmente, llegan a Suecia.

Un país que inicialmente les brinda integración, amigos, y aprendizaje del idioma, pero que, tras una burocracia interminable de al menos dos años, se niega a otorgarles asilo. Cuando los niños se enteran de su inminente deportación, sus cuerpos responden con el coma.

¿Aún no hay soluciones?

La única forma de curar a estos niños es asegurándoles un entorno seguro. Este es un debate político que comenzó en 1998. Durante años, el Estado sueco deportó a niños en coma sin más consideración.

¿Y cómo está la situación actualmente?

En 2014, el rey de Suecia interpuso su voz en contra de esta injusticia y las deportaciones se detuvieron; sin embargo, todavía hay mucha tensión entre los padres y el Estado. Y también surge la cuestión de cuántos refugiados puede aceptar un país sin sobrecargarse.

¿En qué contexto se debate esto ahora?

Las autoridades han comenzado a capacitar a los padres para que manejen su estrés antes de volver a encontrarse con sus hijos. Sin embargo, el doctor Karl Sallin, quien investiga el síndrome, sostiene que lo mejor es que la familia permanezca unida. Un desafío adicional es el aumento de la extrema derecha, que ha comenzado a acusar a estos niños de mentir sobre su condición.

Pero, ¿cómo podría un niño en coma fingir?

Es absurdo. Estos niños están en estado crítico: no comen, no hablan, no caminan... El médico puede pincharlos con una aguja y no reaccionan. La doctora Elisabeth Hultcrantz ha luchado incansablemente para que esta condición sea reconocida, obteniendo el apoyo de muchos profesionales en el ámbito médico; sin embargo, Suecia también enfrenta sus particularidades.

¿A qué te refieres?

El pueblo sueco confía mucho en lo que dice su gobierno. En 2008, un periodista hizo un extenso reportaje sobre el síndrome de resignación infantil y fue tan atacado que tuvo que abandonar el país.

¿Este síndrome se ha registrado en otros lugares?

Aunque se han documentado unos pocos casos en Lesbos y Australia, Suecia es el país donde más se ha prevalecido, con un gran número de casos. El doctor Sallin sugiere que la naturaleza acogedora de Suecia podría explicar por qué este fenómeno ocurre tan solo allí. Contrasta con lugares como Lesbos, donde los refugiados enfrentan una vida desesperada que incluso lleva a suicidios.

El mundo está repleto de niños en campamentos de refugiados; ¿cuál es el futuro que nos espera?

Los políticos inician guerras, y las guerras generan refugiados. Todos los refugiados que arribaron a Grecia huyen de conflictos gestados por potencias como Estados Unidos: Irak, Afganistán, Siria... Nadie se quiere ir de su hogar, están escapando del horror.

Cierto, pero, ¿alguna solución a la vista?

Es urgente que empecemos a comunicarnos mejor, a observarnos, a ser humanos. Debemos dejar de escondernos detrás de sistemas deshumanizantes y visualizar algo esperanzador.

¿La esperanza se ha perdido?

La realidad es que en muchos países vivimos en sociedades frías y alienadas, y a menudo no somos felices, pero la inacción prevalece. Estamos atrapados en burocracias heladas y deshumanizantes. En Suecia, todo está diseñado para que el inmigrante nunca se encuentre con quienes deciden su futuro.

¿Y cómo afecta esto a tu vida?

He optado por no tener hijos, porque veo una creciente falta de calidez en la sociedad, y el futuro inspira desconfianza: con la IA, se nos promete la colonización de Marte, todo está interconectado, pero la esperanza escasea.

La visión de salas llenas de niños en coma es devastadora.

¿Puede la humanidad y el amor ser la cura para estos niños y para el planeta?

Definitivamente, un sí rotundo. Debemos dejar de concentrarnos en nosotros mismos y observar nuestro entorno. Es urgente recuperar la interacción entre las personas, pues la frialdad nos causa profundo daño.