Finanzas

¡Un Rascón de 100.000 euros! La historia de Andrea y su asombroso premio

2025-08-30

Autor: Antonio

La suerte se presenta en la barra de un bar

La fortuna llegó en forma de un sencillo rasca y gana, y encontró a Andrea, una camarera de tan solo 31 años, trabajando en la cafetería panadería Pirucho, ubicada en A Coruña. Esta joven no solo ha dedicado su tiempo a servir café, sino que ahora puede presumir de haber ganado 100.000 euros con un Rascón y Gana Platinum de la ONCE, uno de los premios más deseados. Pero, en lugar de celebrar con un descanso, ella ha decidido seguir detrás de la barra, demostrando su dedicación al trabajo.

El momento del asombro: una confirmación inesperada

Fue un lunes que Andrea jamás olvidará. "Normalmente, el vendedor pasa por el bar y suelo jugar a algún rasca. Ese día elegí uno y... ¡me tocó!", recuerda aún incrédula. El vendedor, Alexandre, la sorprendió en el acto con un abrazo revelador: "Te acabo de dar 100.000 euros", le dijo emocionado. Andrea, aturdida, solo pudo reaccionar con un amable "vale" mientras el vendedor la animaba: "¡Despierta!"

El destino del premio: ¿una nueva casa en el horizonte?

Andrea ya tiene planeado el destino del dinero. "Servirá para la entrada de una casita, porque la verdad es que no da para mucho más. Hacienda ya se quedó con el 20% en cuanto lo ingresé. Al final, me quedan 88.000 euros... y esos 12.000 que se fueron no me vendrán nada mal", admite con una sonrisa.

Alexandre y su fortuna compartida: felicidad en la comunidad

El boleto premiado fue vendido por Alexandre, quien recorre rutas en A Coruña y Covelo. "Este es el premio más grande que he dado", comentó orgulloso, al tiempo que reveló que su último premio, de mil euros, se entregó el 15 de este mes, también en A Coruña. La alegría de que el gran premio quedara en su pueblo es contagiosa y se siente como parte del triunfo.

Una conexión especial: entre la suerte y la comunidad

Natural de Cerquido, en Budiño, Alexandre celebra la buena fortuna de su clienta con emoción. "Justo cuando le di el boleto, la máquina hizo un ruido extraño y ella no podía creérselo; tuve que darle un abrazo. Además, era el último boleto que me quedaba de ese libro. Me sentí tan afortunado como si a mí mismo me hubiera tocado", expresó con alegría.