¡Seis días! Esa es la cuenta regresiva que tiene François Bayrou para demostrar su valía como Primer Ministro de Francia. Si el próximo lunes no logra el apoyo del Partido Socialista (PS) en la moción de confianza que él mismo convocó, se convertirá en el cuarto primer ministro que cae durante el mandato de Emmanuel Macron. Su salida significaría revertir años de inestabilidad política en un país que ya enfrenta una profunda crisis económica.

Con solo ocho meses en el cargo, Bayrou se reunirá esta semana con varios partidos políticos, a excepción de La Francia Insumisa (LFI), quienes han rechazado la invitación. La jornada crucial será este martes con el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen, y luego el jueves con los socialistas de Olivier Faure. Estos socialistas, en teoría, tienen la clave para la continuidad de Bayrou, quien busca jugar a dos bandas para evitar su fin.

Bayrou ha comenzado a hacer concesiones, incluso antes de la reunión con Le Pen, mostrando apertura para discutir propuestas sobre beneficios para extranjeros. Este movimiento inusual podría deberse a la presión que siente, ya que la aprobación del presupuesto es urgente para abordar problemas críticos como la educación y la sanidad.

"Lo que está en juego no es solo el destino del primer ministro, sino el de toda Francia", declaró Bayrou en una reciente entrevista. La presión es intensa; el primer ministro incluso se reunió el lunes con el secretario del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, buscando alianzas donde sea posible.

Sin embargo, los socialistas han presentado un plan de recortes más moderado, lo que complica aún más la situación. Mientras tanto, el jefe de Estado asegura que apoya a Bayrou, pero ya comienza a minimizar las posibles consecuencias de su eventual caída.

Impaciencia Financiera en Francia

El panorama no es alentador, ya que los líderes empresariales comienzan a inquietarse. Patrick Martin, presidente de Medef, advirtió sobre el inminente riesgo de recesión en el país, señalando que la confianza empresarial se encuentra en niveles críticos.

Los rumores sobre una posible intervención del Fondo Monetario Internacional han empezado a surgir, disparados por la inestabilidad política que ha agitado los mercados económicos. La rentabilidad del bono francés a 10 años ha superado el 3,5%, un signo alarmante que recuerda a la crisis de la deuda de la eurozona.

Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, no se quedó callada. Afirmó que los riesgos políticos son preocupantes y que todos los países de la zona euro están bajo una nube de incertidumbre. ¿Logrará Bayrou aferrarse a su puesto, o será este el último clavo en el ataúd del gobierno de Macron?