Apenas una semana después de su retorno a la Casa Blanca, Donald Trump ha dejado claro que su administración estará marcada por decisiones controvertidas y audaces. Entre estas se destaca su anuncio de abandonar la Organización Mundial de la Salud (OMS), un movimiento que podría redefinir la salud pública no solo en Estados Unidos, sino en todo el planeta.

Trump ha justificado su decisión diciendo que la pertenencia a la OMS 'cuesta demasiado dinero' y pretende priorizar los intereses de EE.UU. Sin embargo, este no es un camino nuevo para él; ya había intentado lo mismo durante su anterior mandato, aunque su decisión fue revertida tras la llegada de Joe Biden a la presidencia.

En esta nueva etapa, Trump ha firmado una orden ejecutiva ordenando a su administración que inicie los trámites para retirar a EE.UU. de la OMS, lo que ha suscitado inquietud entre expertos en salud pública.

Daniel López Acuña, un reconocido epidemiológico y exdirector de la OMS, ha señalado que esta decisión es un 'golpe devastador a la salud pública mundial' y un acto de 'unilateralismo escandaloso' en un momento donde la cooperación internacional es más crucial que nunca. Este retiro estadounidense podría obstaculizar los esfuerzos por una seguridad sanitaria global, especialmente en tiempos de pandemia.

El impacto económico también será significativo: se estima que la salida de Estados Unidos podría traducirse en un recorte de hasta 1.300 millones de dólares en cada ciclo de dos años, lo que representa un 30% del total de los recursos de la OMS. Este tipo de recortes no solo afectará a los países miembros, sino también a los programas de salud en las naciones más necesitadas, donde enfermedades como el VIH, la tuberculosis y la malaria son prevalentes.

Además, López Acuña advierte que esta decisión afectará negativamente a las naciones más vulnerables, especialmente aquellas con población en riesgo y sistemas de salud inadecuados. Con la salida de EE.UU., la OMS quedará debilitada en su capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias globales.

Un punto crucial en esta encrucijada es el potencial ascenso de China como una influencia predominante en la OMS. Con EE.UU. fuera de la ecuación, otros países con poder económico y científico, como los miembros de la Unión Europea, Reino Unido y Rusia, deberán asumir roles más destacados en la organización. La jugada estratégica de Trump podría allanar el camino para que China tenga un papel más relevante, algo que ha generado preocupación en círculos internacionales sobre el futuro del liderazgo en salud pública.

En definitiva, la decisión de Trump de abandonar la OMS es una jugada arriesgada con implicaciones profundas que podrían remodelar el paisaje de la salud global, justo en el momento en que se necesita más colaboración que nunca. ¿Estamos preparados para las consecuencias de esta audaz estrategia?