Donald Trump ha logrado una sorprendente victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, consolidándose nuevamente como presidente tras la confirmación de su triunfo en Wisconsin en la madrugada del miércoles. Con esta victoria, Trump se convierte en presidente por segunda vez, un hecho que ha generado revuelo tanto en su país como a nivel internacional.

El candidato republicano se llevó la delantera en estados clave como Míchigan, Pensilvania, Georgia y Carolina del Norte, sumando un total de 295 delegados, superando el umbral de 270 necesarios para asegurar la presidencia. En contraste, Kamala Harris, la vicepresidenta demócrata, obtuvo 224 delegados, ganando en 20 territorios, incluidos estados como Nueva York y California.

La celebración de Trump tuvo lugar en una lujosa fiesta en West Palm Beach, Florida, donde compareció horas antes de conocer el resultado oficial, del cual parecía tener confianza. Harris, por su parte, tardó en reaccionar, esperando hasta el miércoles por la tarde para felicitar a su oponente por teléfono. Durante un discurso en la Universidad Howard en Washington, Harris instó a sus seguidores a aceptar los resultados, aunque reconoció que no eran lo que esperaban.

Entre los líderes internacionales que apoyaron a Trump se encontraba el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, el argentino Javier Milei y la italiana Giorgia Meloni. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, también felicitó a Trump, esperando que puedan colaborar en diversas áreas estratégicas entre sus países.

En un giro interesante, Bernie Sanders, senador de Vermont y figura destacada del ala progresista de los demócratas, no dudó en criticar a su propio partido tras el resultado electoral. A través de sus redes sociales, dejó claro que la clase trabajadora se siente desconectada del Partido Demócrata: “No debería sorprender mucho que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora les ha abandonado a ellos”, afirmó.

Este resultado plantea preguntas sobre el futuro del Partido Demócrata y si será capaz de reconectar con los sectores que se sienten desatendidos. Mientras Estados Unidos se recupera de esta elección polarizada, el eco de las reacciones y la autocrítica de líderes como Sanders resuena con fuerza.