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“¡Todos los cómplices del genocidio enfrentarán su juicio!”

2025-08-31

Autor: Marta

Una voz desde el horror del genocidio

Viajé a Londres para hablar con Alex Foley, un estadounidense-británico de 32 años y cofundador de The Accountability Archive. Como periodista y sobreviviente del genocidio en Gaza, llevaba conmigo el peso de la memoria de mis seres queridos asesinados. Sentado frente a Foley, sentí el eco de mi propia experiencia en su lucha por documentar a los cómplices del genocidio.

La oscuridad de la historia y su repetición

Foley trabaja incansablemente en una oficina abarrotada, catalogando discursos y políticas que han justificado la devastación en Gaza. Mientras tomamos café, me cuenta cómo la guerra de Irak cambió su perspectiva. Creció en una rural zona de Maine, donde los medios de comunicación transformaron la invasión en una narrativa de libertad, hasta que los horrores de Abu Ghraib hicieron que todo su mundo se tambaleara.

Preludio de masacres

Tras el 7 de octubre de 2023, cuando el ministro de Defensa israelí Yoav Gallant deshumanizó a los palestinos al llamarlos "animales humanos", Foley supo que las intenciones eran oscuras. "El 8 de octubre ya teníamos claro lo que venía", me dice. Había suficientes señales de alertas de genocidios pasados para reconocer que algo terrible estaba por suceder.

Del laboratorio a la lucha por la verdad

Foley, que tiene un doctorado en biología molecular, se alejó de la ciencia para dedicar su vida a la inclusión LGBT+. No se vio a sí mismo como activista hasta que la situación en Gaza lo obligó a actuar. En un tren hacia una marcha en Londres en apoyo a Palestina, la preocupación por la represión a los manifestantes lo llevó a la idea de Accountability Archive: un lugar donde documentar el discurso genocida.

La creación de Accountability Archive

Lo que comenzó como un simple formulario de Google ha crecido a cifras sorprendentes: de esperar unos 10,000 registros, ya tienen más de 86,000 aportaciones de discurso genocida. Enfrentándose a la abrumadora cantidad de datos, el equipo desarrolló un sistema automatizado para archivar y asegurar todas las contribuciones, garantizando la integridad de esta valiosa información.

La complicidad contada con nombres y apellidos

A diferencia de otros grupos que documentan crímenes de guerra, Foley enfatiza que su foco son los cómplices: políticos, periodistas y académicos que han respaldado el genocidio. Crearon categorías para organizar la información basada en la temática, desde el lenguaje que incita al odio hasta violaciones de los derechos humanos. Su objetivo es garantizar que no puedan reescribir la historia.

La rendición de cuentas como deber moral

Para Foley, la rendición de cuentas no es opcional. "Todos deben hacer frente a sus acciones", afirma con firmeza. Señala que existen leyes que castigan la incitación al genocidio y que las figuras públicas deberían ser responsables por su retórica. Sin embargo, también entiende que su trabajo complementa a los órganos judiciales internacionales en los enjuiciamientos de los responsables más directos.

El desafío de la verdad en un mundo indiferente

Foley recalca que la mayor amenaza es el cansancio de la sociedad. "Quieren que nos sintamos impotentes", sostiene, lo que a su vez alimenta la violencia. Sin embargo, mantener un registro tiene un poder psicológico, ofreciendo la esperanza de que, si hoy no hay justicia, en algún momento llegará.

¿Quién es el verdadero culpable?

Cuando se le pregunta sobre la máxima responsabilidad, Foley apunta a los gobiernos que envían armas. Los políticos son los principales cómplices, pero la ideología que avala el genocidio se encuentra en todo el tejido de nuestras sociedades. El Archivo busca desmantelar este sistema de complicidad, asegurando que cada palabra y acción quede registrada.

Un futuro de memoria y justicia

Foley tiene grandes planes para el Archivo: más analistas, una base de datos accesible al público y, quizás, una sede en Líbano. Su sueño es que se erijan museos sobre el genocidio palestino, utilizando sus datos como advertencia sobre cómo puede llevarse a cabo la deshumanización en tiempo real. "Ninguno de nosotros es abogado, pero el genocidio no prescribe", concluye con optimismo.