La noción de 'viejo' puede cambiar drásticamente según la perspectiva. Por ejemplo, una casa de diez años no se considera obsoleta, mientras que un móvil de la misma edad, como un iPhone 6 o un Samsung Galaxy S5, seguramente ya ha sido reemplazado por modelos más nuevos. Esta diferencia se agrava en el mundo tecnológico, donde el obsolescente software y los sistemas operativos nos dejan vulnerables a amenazas cibernéticas.

En el ecosistema de Windows, el tiempo que podemos utilizar una versión del sistema con seguridad está limitado por el ciclo de vida que Microsoft establece. Al finalizar este ciclo, las versiones quedan sin soporte, incapaces de recibir actualizaciones cruciales, convirtiéndose en un blanco fácil para el malware.

Una estadística alarmante muestra que alrededor de 56 millones de usuarios, o el 3.77% de los 1.500 millones de dispositivos con Windows, utilizan versiones obsoletas como Windows 7, Windows 8.1, Windows 8 y Windows XP. Esto plantea un alto riesgo, ya que los sistemas operativos antiguos carecen de protección adecuada ante los desafíos de un entorno digital en constante evolución.

Microsoft ha abordado esta situación en un reciente artículo, enumerando los peligros a los que se enfrentan estos usuarios y sugiriendo una actualización a la versión más reciente, Windows 11. Pero, ¿es esto tan fácil como suena?

Aquellos que todavía usan Windows 7 u 8.1 podrían tener la opción de actualizar a Windows 10 comprando una licencia, aunque esto también significa que se enfrentan al riesgo de tener que actualizar nuevamente, ya que Windows 10 también perderá soporte en octubre de 2025. Desde una perspectiva de seguridad, desplazar a Windows 11 parece ser el camino lógico, pero aquí está el truco: no todos los dispositivos son compatibles.

Muchos de los ordenadores que operan en estas versiones obsoletas no cumplirán con los requisitos necesarios para Windows 11, que incluye un procesador compatible y el Módulo de Plataforma Segura (TPM) 2.0. Además, se requiere una compra de licencia, lo que implica que muchos usuarios tendrán que invertir en nuevos equipos si quieren seguir recibiendo actualizaciones.

La realidad es que millones de usuarios, tanto de hogares como de empresas, se verán obligados a hacer una transición significativa para mantener la seguridad y la funcionalidad de sus dispositivos en el futuro inmediato. Hay un sentido de urgencia detrás de esta decisión, especialmente con la creciente ola de ataques cibernéticos que amenazan nuestras vidas digitales.

Así que, si eres uno de esos 56 millones, la pregunta es: ¿estás dispuesto a arriesgar tu seguridad solo por la comodidad de seguir usando un viejo sistema operativo? La tecnología avanza rápidamente, y lo que una vez fue útil puede volverse un peligro latente. ¡No te quedes atrás y actualiza tu sistema ahora mismo!