Los recientes agresiones de Israel contra miembros de la milicia Hezbolá han alcanzado un punto crítico. Este viernes, un devastador bombardeo en Beirut ha dejado un saldo trágico de al menos 14 muertos, entre ellos un alto mando de la milicia chií pro iraní. Estos acontecimientos han puesto a Estados Unidos en una posición sumamente delicada, especialmente a poco menos de seis semanas de unas elecciones presidenciales que amenazan con cambiar el panorama político del país.

La Casa Blanca, tradicional aliado de Israel, se enfrenta a un reto monumental al intentar evitar que el conflicto en Gaza se expanda a un nuevo frente en la frontera con el sur del Líbano. La administración Biden ha enfatizado en repetidas ocasiones que la solución más efectiva a esta crisis es alcanzar un alto el fuego y fomentar un intercambio de rehenes en la Franja de Gaza. Sin embargo, hasta la fecha, no se han logrado avances significativos en esa dirección.

Desde que comenzó la guerra en Gaza hace casi un año, uno de los principales objetivos de Washington ha sido prevenir una posible escalada que involucre a Hezbolá, lo que podría arrastrar a rivales globales como Irán y Estados Unidos a un conflicto aún más amplio.

La situación actual se vuelve aún más problemática para Joe Biden y su administración, ya que se encuentran en la recta final de unas elecciones sumamente reñidas. El presidente es considerado un “pato cojo”, lo que significa que su capacidad de influir en la política internacional y tomar decisiones efectivas se ve seriamente limitada. Biden ha reiterado su compromiso con la diplomacia, afirmando que su equipo está trabajando incansablemente para garantizar la seguridad de los ciudadanos en el norte de Israel y el sur del Líbano.

El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, ha indicado que el gobierno estadounidense espera crear una propuesta de alto el fuego que pueda ser aceptable tanto para Hezbolá como para el gobierno israelí. No obstante, las negociaciones en Egipto y Qatar han fracasado hasta ahora, y Washington acusa continuamente a Hamás de ser responsable del estancamiento. Sin embargo, Biden también ha insinuado que algunos movimientos de Netanyahu podrían estar motivados por intereses políticos internos.

A medida que la crisis se intensifica, el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, ha advertido que el grupo responderá a los ataques israelíes "con un justo castigo", elevando la tensión aún más. Las autoridades libanesas han informado que, sin contar los recientes bombardeos, al menos 37 personas han muerto en los ataques que comenzaron el martes pasado, lo que ha llevado a una preocupación generalizada sobre una posible guerra abierta.

El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, declaró que se están asignando más recursos y efectivos en el norte, y que están en el “comienzo de una nueva fase en la guerra”, en un intento de restaurar la seguridad en la región. Con esto, aumenta la inquietud de que el conflicto se convierta en un enfrentamiento a gran escala.

Estados Unidos ha emitido un nuevo aviso a sus ciudadanos para que eviten viajar al Líbano y que quienes ya estén en el sur del país se marchen lo antes posible. La situación continúa desarrollándose, y los próximos días serán cruciales para determinar no solo el destino de las regiones afectadas, sino también el impacto en la política exterior de Estados Unidos en lo que respecta a Medio Oriente.