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Los misterios del bosque: Fernando Navarro y la infancia perdida en su nueva novela

2025-03-29

Autor: Carlos

Al caer el sol, el escritor Fernando Navarro se sienta sobre un tronco caído en un espeso bosque, donde el murmullo de las hojas crea una atmósfera casi mágica. “El bosque puede ser como una madre protectora, pero al mismo tiempo puede representar un oscuro peligro”, reflexiona. A su alrededor, majestuosos robles, chopos y fresnos rodean un arroyo que serpentea entre la maleza, mientras que las ramas desnudas adquieren un carácter tétrico con la llegada de la noche. En estos parajes, la imaginación podría despertar a personajes míticos, como el tigre de la montaña o seres de la rica mitología del lugar. En este bosque, el peligro acecha, y la oscuridad puede ser opresiva.

Originario de Granada y con 45 años, Navarro llegó a este lugar en la periferia de Madrid, vestido con botas de campo y chaqueta de leñador. Habla del bosque como un microcosmos donde la literatura gótica florece. Reflexiona sobre la dualidad entre lo sobrenatural y la realidad, recordando lugares de ficción como el pantano del gótico sureño y las inquietantes forestas de Twin Peaks: “Estos ambientes son irreales, llenos de demonios, donde lo sobrenatural puede manifestarse”. Los bosques, tradicionalmente, han sido vistos como el opuesto de la civilización: lugares de misterio y transformación, tanto del héroe como del lector.

En su reciente novela, *Crisálida* (Impedimenta), este bosque no se localiza en escenarios conocidos como las Alpujarras, sino que emerge de la propia psique del autor. “Quería crear un espacio literario único, que existiera solo en el libro. Es un concepto poco común en la literatura española, donde el lector podría buscar en un mapa, pero al final, no lo encuentra”, comparte Navarro. Así, surge un bosque que, aunque tangible en palabra, no puede ser rastreado en un atlas.

La narrativa se centra en una niña llamada Nada, que es sacada de la civilización por sus padres, el Capitán y Madreselva, para vivir en una montaña hostil, un paraje siempre sumido en la penumbra. El Capitán es un viejo hippie que, atrapado en su agobio mental y paranoia, arrastra a su familia a una vida de locura. *Crisálida* es un relato sin restricciones, a menudo cruel, pero también profundamente hermoso y retorcido. “No quería limitarme; a veces siento que los libros carecen de esa sensación de impacto”, confiesa el autor.

Uno de los temas recurrentes en su obra es la infancia perdida, abordando el horror de tener que crecer demasiado rápido y dejar atrás la inocencia. Aunque su relato tiene tintes de horror folk, el verdadero terror no radica en lo sobrenatural, sino en las dinámicas familiares que se desatan en su aventura. “El terror, al ser un género que permite libertades que otros no, se vuelve inesperadamente poético”, añade Navarro.

Además de su labor como escritor, Navarro es guionista y mantiene conexiones fuertes en el ámbito del cine, la música y la literatura. Su vida está imbuida de cultura, donde el cine de iniciación y el rock gótico se entrelazan con el periodismo musical. Así, cada uno de sus relatos está impregnado de experiencias vividas y sensibilidades artísticas.

Entre sus credenciales se encuentran guiones de películas como *Verónica* (Paco Plaza, 2017) y *Anacleto: agente secreto* (Javier Ruiz Caldera, 2015). En este momento, el director Albert Pintó está trabajando en un nuevo proyecto titulado *Tierra de nadie*, que también despertará la atención del público. “Pensé que escribir guiones era solo narrar tramas y personajes, pero comprendí que mi papel era ofrecer imágenes seductoras que los directores quisieran capturar”, explica. Esto resalta una dualidad fascinante: en los libros, cada lector crea su propia película a partir de la narrativa.

Con *Crisálida*, Navarro se aleja del enfoque típico de guionistas, ofreciendo en cambio una voz poderosa y bien elaborada: “La voz de Nada es lo que justifica la novela”, recalca. El libro fue escrito rápidamente, pero su revisión fue meticulosa, lo que se traduce en una prosa depurada y poética. En su estilo, mezcla la belleza lírica con referencias culturales. “Tal vez venga de mi Granada natal, donde la tradición se funde con lo popular, evocando a artistas como Federico García Lorca,” reflexiona mientras camina por los senderos del bosque, un lugar que parece tangente a lo real.

Criado en la vibrante Granada de principios del siglo XXI, Navarro recuerda a grupos emblemáticos como Lagartija Nick y Los Planetas. “Generacionalmente éramos sus hermanos menores: admirábamos su actitud a pesar de dedicarnos a cosas diferentes”, dice el escritor, quien tuvo sus breves incursiones en la música, aunque finalmente se dedicó a la escritura. “Si no hubiera sido guionista, quizás habría sido periodista o poeta”, sugiere, cerrando el ciclo de su fascinante exploración artística.

Su reciente película, *Segundo premio*, dirigida por Isaki Lacuesta, también rememora esa Granada vibrante, donde sus vivencias se entrelazan con la ficción. Con esta obra ha encontrado un éxito inesperado, demostrando que las historias del underground y la lucha contra las adicciones resuenan en el público y han sido reconocidas con premios. "Estamos sorprendidos de que nuestra historia sobre la construcción de música y amistad haya encontrado un eco tan profundo"," concluye Fernando Navarro, un autor cuyo trabajo se nutre de la complejidad de la existencia humana.