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Las inolvidables peripecias de los reporteros deportivos: "Ahora necesitamos escolta para salir"

2024-09-22

Los tiempos han cambiado drásticamente en el mundo del periodismo deportivo. Antes, la cobertura de eventos deportivos era mucho más cercana y humana, pero actualmente los entrenamientos a puerta cerrada, las restricciones de acceso y un entorno mediático cada vez más controlado han transformado la esencia de esta profesión. Sin entrevistas espontáneas, sin interacciones directas con los futbolistas, y todo observado a través de un prisma de protocolo y planificación.

Lo que alguna vez fue un juego de proximidad y amistad entre periodistas y jugadores se ha vuelto un proceso burocrático. Las relaciones evidentes que antes existían ahora se ven mediadas por controles de seguridad. Viendo imágenes de reporteros extranjeros en zonas de juego, escuchar sus historias se convierte en un ejercicio tanto de nostalgia como de testimonio del cambio en la profesión.

Roberto Gómez, considerado uno de los mejores reporteros de su época, rememora sus días de cobertura en Serbia, donde relata que no era raro que tuviera que salir escoltado por la policía tras presenciar historias polémicas y explosivas. "Recuerdo llegar a un estadio y ser tratado como un criminal solo por intentar hacer mi trabajo. Nos llevaban de vuelta a casa como si estuviéramos bajo arresto", comenta entre risas.

Un momento significativo en su carrera fue cuando logró estar al lado del equipo argentino tras su victoria en la Copa del Mundo de 1986. Le esperaban con ansias las horas de entrevistas, pero la realidad es que se sentó al lado de los jugadores, lo que le permitió tener acceso casi exclusivo a las emociones de campeonato. “No había cobertura como hoy, todo era más auténtico”, asegura.

Los reporteros de la vieja escuela, como Iñaki Cano y Ricardo Sierra, también cuentan sus anécdotas de un tiempo en el que podías llevar a los jugadores a cenar y recibir su confianza. Cano, con su clásico bigote y un brillo en los ojos, recuerda haber tenido que intervenir para proteger a un amigo en una situación tensa en un estadio. "Solemos decir que éramos más que colegas; éramos parte de la misma familia”, explica.

Uno de los cambios más drásticos ha sido la falta de libertad en las preguntas. Las agencias de representación ahora juegan un papel crucial en la mediación entre periodistas y futbolistas, lo que ha limitado el acceso a entrevistas directas y ha hecho más difícil conseguir declaraciones jugosas. Sierra observa con preocupación cómo se está olvidando el verdadero espíritu del periodismo, mientras relata una anécdota de su encuentro con Ronaldinho, quien le mostró su abdomen en un recinto privado tras recibir críticas por su apariencia. Un vistazo a un fútbol más humano que nos ha dejado anhelando esos tiempos.

Por otro lado, el veterano Miguel Ángel Díaz comparte que la interacción diaria con los futbolistas se ha convertido en un desafío. Había un tiempo en que los periodistas podían acercarse sin restricciones, charlar y formar lazos. Ahora, observa cómo ha surgido una jerarquía que a menudo coloca un muro entre él y las estrellas del deporte, haciéndole sentir que su voz se diluye entre las exigencias del marketing y la publicidad.

En medio de todo este cambio, hay una verdad: Los verdaderos reporteros anhelan el contacto humano, las historias no contadas y las revelaciones improvisadas. La búsqueda de un espacio en el que las anécdotas fluyan sin el filtro de la industria del entretenimiento es una batalla que deben enfrentar cada día. Y, aunque el fútbol ha evolucionado hacia una forma más comercial, los verdaderos periodistas continúan luchando por mantener la esencia de su oficio.