Mañana, más de 80 millones de estadounidenses ejercerán su derecho al voto, y se estima que otros 80 millones ya lo han hecho por adelantado. Este año, las autoridades de la Casa Blanca y las oficinas electorales de los 50 estados aseguran que estas serán las elecciones más seguras en la historia del país. Con un sistema electoral fortalecido y medidas de seguridad excepcionales, los ciudadanos pueden confiar en un proceso transparente y justo.

No obstante, es importante recordar que el gobierno federal no organiza las elecciones. Son los estados quienes gestionan el proceso electoral, incluido el Senado, el Congreso y otros niveles de gobierno locales. Los votantes también se pronunciarán sobre temas cruciales como el derecho al aborto, el uso de la marihuana, los derechos de los inmigrantes y el futuro de la democracia.

Mientras el gobierno se ocupa de prevenir la interferencia extranjera, muchos ciudadanos se preguntan cómo garantizarán la integridad del voto. En Pennsylvania, por ejemplo, los votos por correo no se pueden contar hasta la mañana del día de las elecciones, lo que puede retrasar los resultados finales. En Wisconsin, los votos adelantados y por correo no se suman hasta que se han contado los votos presenciales.

Este año, diversas normativas estatales generarán un día de elecciones destacado, ya que, si no hay un ganador claro, es posible que el conteo se extienda hasta la semana siguiente. Las zonas rurales tienden a favorecer a Donald Trump, mientras que las áreas urbanas y suburbanas suelen inclinarse por Kamala Harris, lo que cobrará vital importancia en el cómputo final.

Pero, ¿qué sucederá después de que se cuenten los votos? Mañana se conocerán los primeros resultados parciales, pero lo que realmente importará será la cantidad de votos que queden por contar. La rapidez en el conteo y la precisión en los resultados serán clave para mantener la confianza pública.

Además, es fundamental señalar que el 97% de los votos tendrá una copia en papel, lo que garantiza que el recuento será justo y que no habrá posibilidad de fraude. Sin embargo, Trump ha continuado afirmando que si pierde, será debido a un "robo" electoral, una acusación que ha repetido desde la sorpresiva derrota de 2020.

Harris, consciente de la narrativa que Trump podría crear, advierte a los votantes que no se dejen engañar por posibles proclamaciones prematuras de victoria. "Votar es su derecho y su voz, y estamos listos para enfrentar cualquier intento de socavar el proceso electoral", señaló en conferencia reciente.

El clima de tensión que rodea estas elecciones es palpable. Miles de voluntarios, trabajando incansablemente, aseguran que cada voto cuente, mientras se implementan medidas de seguridad excepcionales. En Arizona, el secretario de Estado mantiene un alto nivel de seguridad personal debido a las amenazas recibidas. Al mismo tiempo, en Michigan, se han implementado alarmas especiales para proteger a quienes están a cargo de las votaciones. La Guardia Nacional ha sido desplegada en varios estados para prevenir desmanes.

Por si fuera poco, el departamento de Seguridad Nacional activó planes de contingencia que incluyen el despliegue de agentes federales para proteger los principales edificios gubernamentales y garantizar la tranquilidad e integridad de este importante proceso democrático.

Una cosa es segura: la jornada electoral de mañana no será un evento cualquiera, y el ganador no celebrará en un parque de atracciones de Disney como si se tratara de un triunfo deportivo. ¡La democracia estadounidense está en juego y todos los ojos están puestos en los resultados!