Las dos transiciones económicas clave que podrían llevarnos al desastre climático: ¡Descubre cómo la digitalización amenaza la lucha contra el cambio climático!
2024-11-09
Autor: Marta
Desde hace más de 2.500 años, se dice que lo más inteligente es resolver los problemas antes de que surjan. Sin embargo, a pesar de esta sabiduría ancestral, muchas veces las dificultades pasan desapercibidas o son difíciles de enfrentar. Según Bank of America, estamos ante un choque inminente entre el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y la lucha contra el cambio climático, un enfrentamiento que se intensifica debido a la creciente demanda energética de los centros de datos. Esto llevará a que el uso de combustibles fósiles y sus precios se mantengan elevados.
Para España, esta situación es crítica. El país se ha posicionado como un líder en inversión en tecnología, con gigantes como Amazon, Microsoft y Oracle estableciendo centros de datos en el territorio. En solo seis meses, se han anunciado inversiones superiores a 34.100 millones de euros, destacando 7.500 millones por parte de Blackstone para un centro en Calatorao (Zaragoza). Sin embargo, la expansión de estas macrogranjas de datos, que requieren vastas cantidades de energía y agua, ha llevado a otros países como Irlanda y Países Bajos a imponer moratorias.
A nivel global, se estima que la inversión en centros de datos superó los 200.000 millones de dólares en 2022, con expectativas de seguir en aumento, especialmente en áreas como IA y cloud computing. KPMG advierte que estos centros de datos podrían representar entre el 3% y el 4% de las emisiones globales para 2030. A pesar de los esfuerzos por reducir su huella energética, la demanda sigue en aumento. BNP Paribas estima un incremento del 30% en la demanda eléctrica de estos centros para 2026, representando así un 3% del total de demanda eléctrica en la UE.
Con 7.200 centros de datos grandes a nivel mundial, España cuenta con 75, mientras que otras estimaciones sugieren hasta 143. Esto genera una necesidad insaciable de energía, y la presión ambiental está creciendo. Activistas como Emy Llorens de KPMG advierten que el crecimiento de este sector está poniendo en peligro los objetivos climáticos globales. Por ejemplo, los estudios sugieren que esto podría llevar a un aumento aún mayor en las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que haría aún más urgente la necesidad de encontrar soluciones energéticas sostenibles.
Las turnos de grandes inversiones continúan y España se ha convertido en un hotspot. Gigantes como Amazon planean invertir 15.700 millones de euros en centros de datos en Aragón. Nuevas infraestructuras de comunicación, como cables submarinos de alta capacidad, fortalecerán aún más su posición en el mercado digital, permitiendo que el 70% de los datos que ingresen a Europa pasen por España. Sin embargo, la creciente preocupación por el suministro energético se une a declaraciones de expertos que prevén una crisis potencial si no se abordaran las necesidades de estos centros.
La situación es aún más preocupante en un contexto global donde la demanda de energía eléctrica podría superar a la oferta en la próxima década, como advierten expertos en Estados Unidos. Con estas proyecciones, la gestión de la demanda energética a través de innovaciones como pequeños reactores nucleares suena a la vez urgente y arriesgada, considerando incidentes pasados y la oposición social que podrían generar.
Europa, alarmada, busca controlar la situación. El Centro Minderoo de la Universidad de Cambridge señala que no se cuenta con datos sólidos sobre el efecto ambiental de estos centros. La preocupación por el impacto ambiental puede generar un cambio en la regulación y en la manera en que se aborda la expansión de data centers, que, a pesar de su potencial para fomentar el empleo y el crecimiento económico, se enfrenta a un cuestionamiento moral y ambiental.
Así, mientras el futuro digital avanza rápidamente, la presión por encontrar un balance entre la digitalización y el cambio climático se convierte en uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. ¿Podrán las empresas tecnológicas y los gobiernos encontrar una solución sostenible? Solo el tiempo lo dirá.