Las cartas de Ray Bradbury: “No temo a los robots, sino a las personas”
2024-12-21
Autor: José
En una reveladora carta fechada el 7 de julio de 1996, Ray Bradbury escribió al editor Lou Aronica sugeriendo cambiar la fecha de la nueva edición de su clásico Crónicas marcianas. Originalmente, había estipulado que la colonización de Marte comenzaría en 1999, pero como el avance en la exploración espacial parecía lento, propuso posponerla 30 años para alinearla con las expectativas de la NASA, sugiriendo una nueva fecha de inicio en 2029. Esta visión profética de un viaje a Marte resuena especialmente al recordar que Bradbury deseaba que sus cenizas fueran esparcidas en el planeta rojo. Su correspondencia incluye casi trescientas cartas y ofrece una mirada íntima a su vida y pensamiento.
El libro titulado Recuerdo, publicado en español por Minotauro, no solo recoge sus misivas, sino que también ilustra sus conexiones con una amplia gama de personalidades, desde otros autores como Graham Greene y Stephen King, hasta directores de cine como Federico Fellini y François Truffaut. Cada letra refleja la esencia de Bradbury: su pasión por la narrativa y su fascinación por la condición humana. A lo largo de las páginas, él mismo se presenta como un ser humano lleno de contradicciones, entre ellas un profundo miedo a las críticas y al hecho de no ser comprendido, pero también plagado de gratitud por existir y crear.
Una de las cartas más significativas es la que envió a su ídolo, Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán, en la que un joven Bradbury intentaba invitarlo a un encuentro en su club de aficionados a la ciencia ficción. A pesar de que Burroughs declinó la invitación, ese primer intento de conectar con su héroe revela el deseo de Bradbury de alcanzar las estrellas, tanto literarias como personales. Su correspondencia no solo incluye interacciones con gigantes de la ciencia ficción, sino también anécdotas curiosas, como su encuentro con W.C. Fields, que se convirtió en un recuerdo imborrable de su infancia.
Además de sus reflexiones sobre la vida y la escritura, Bradbury compartió momentos conmovedores con su familia, como el nacimiento de sus cuatro hijas, y las lecciones aprendidas a lo largo de su carrera. Reveló su fascinación por las artes, el teatro y la literatura, y sus cartas presentan un espacio donde se potenció el intercambio de ideas. Las cartas a Stanley Kubrick y a su querido amigo John Huston muestran una conexión profunda y, a veces, complicada, que gestó obras maestras del cine.
Sin embargo, a lo largo de todo el libro, se percibe su miedo a las influencias externas, una sensación de que su voz única podría verse opacada por las modas literarias. Este James Bond de las letras se encontraba atrapado entre su deseo de innovar y su inseguridad. En una carta memorable a Arthur C. Clarke, Bradbury plasmó sus sentimientos sobre la soledad que empieza a acechar a los grandes narradores del género, tras la muerte de Isaac Asimov.
La conclusión que podemos extraer de su correspondencia es clara: para Bradbury, las historias no eran solo un pasatiempo, sino un medio indispensable para explorar el alma humana. En sus propias palabras, "las esperanzas y los miedos, los sueños y las pesadillas, siempre han formado parte de mi escritura". Este legado literario no solo dejó huella en la ciencia ficción, sino que continúa resonando en las voces de escritores contemporáneos, quienes se esfuerzan por captar el asombro y los dilemas de estar vivos en un mundo que cambia rápidamente. Así, al reexaminar sus cartas, los lectores no solo conocen al autor, sino también al hombre que temía más a las personas que a los robots, quizás porque las emociones humanas siempre han sido la verdadera ciencia ficción.