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Laporta: El arte de convertir el éxito en una mala rutina

2024-12-29

Autor: María

En el ambiente del FC Barcelona, la incertidumbre se cierne sobre la posibilidad de que Dani Olmo y Pau Víctor sean inscritos en La Liga antes del 1 de enero de 2025. Aún queda por resolver el litigio en los tribunales, y si el veredicto del juzgado de primera instancia resulta negativo como el del mercantil, el club podría verse obligado a vender a mitad de precio un paquete de palcos VIP del nuevo Camp Nou, valorado en unos 100 millones de euros. Aunque no sería la mejor opción dadas las circunstancias, se ha informado que Joan Laporta ya ha enviado la documentación necesaria para su validación por parte de La Liga. Si se complica, queda la opción de presentar un aval presidencial o de algún directivo por 60 millones, lo que se considera necesario para regularizar la situación financiera del club ante la liga.

A pesar de que esta estrategia ya se utilizó anteriormente para inscribir a jugadores como Koundé y João Félix, la cifra actual es considerablemente mayor y más complicada de cubrir para una directiva que, además, enfrenta la falta de respaldo patrimonial de varios de sus miembros. Desde el regreso de Laporta en 2021, la venta de activos ha sido una constante, y ahora se han destinado esfuerzos a buscar recursos en países lejanos como Qatar, Dubái, Mongolia y Azerbaiyán, tras los inconvenientes surgidos con el contrato de Nike.

La postura del Barça indica que los criterios de la liga han cambiado, mientras que desde la patronal de clubes se sostiene que el objetivo de conceder una mayor capacidad de gasto es evitar que las ausencias prolongadas de jugadores afecten la competencia, y no para permitir que el club inscriba a otros jugadores que, con sus salarios, superan el límite permisible. El caso de Olmo, que fue inscrito en la tercera jornada por la lesión de Christensen, ilustra esta tensión, ya que se intentó justificar su permanencia en la plantilla gracias al sueldo liberado por Ter Stegen, quien también es baja.

En este contexto, no solo hay riesgo de que Olmo quede libre, sino que podría recibir una indemnización si se ve obligado a dejar de jugar a partir del 1 de enero. No hay opciones para que el Barça lo inscriba dos veces, y la situación es tan crítica que muchos aficionados ya están acostumbrados a las “soluciones milagrosas” de su presidente, que siempre logra convertir situaciones difíciles en éxitos de última hora. Este patrón se ha vuelto casi una rutina natural en la gestión de Laporta.

El laportismo se ha consolidado como una forma de vida en el Barcelona, donde el riesgo y la improvisación se aceptan como condiciones ineludibles para sobrevivir a la ruina heredada de Bartomeu. Laporta sigue siendo visto como el salvador de un club que arrastra una pesada herencia, pero su forma de actuar ha provocado la salida de más de 20 altos ejecutivos y directivos clave. La falta de un CEO y un plan estratégico robusto ha generado críticas, en un club que debería funcionar con la eficiencia de una gran empresa.

Además, la famosa salida a bolsa que fracasó a través de Barçaa Media aún tiene repercusiones en la gestión actual. Críticos advierten que el enfoque personalista y populista de Laporta podría desgastar la institución y dañar la imagen del Barça. Si no se logra inscribir a Olmo, el desprestigio sería inmenso, dado que fue el único fichaje de la temporada por un coste de 47 millones, mientras que se había especulado con la posible adquisición de Nico Williams.

Finalmente, la presión recae sobre el equipo y el club, ya que el hecho de no contar con un rendimiento óptimo podría desatar un debate sobre la gobernanza actual y quién debería asumir el mando. La situación se está tornando crítica, y la pregunta que queda es si la crisis es resultado del modelo actual o si se necesitará un cambio radical en la propiedad, similar al que se ha anunciado en el Real Madrid por parte de Florentino Pérez. ¿Será este el final del legado de Laporta o encontrará otra forma de salvar al Barça de su destino incierto?