Una tragedia impactante ha sacudido a México. Un comando armado atacó el bar Los Cantaritos en Querétaro el sábado por la noche, dejando al menos 10 muertos y 13 heridos, entre ellos dos en estado grave, según las autoridades. Este ataque ha intensificado las preocupaciones sobre la ola de violencia en el país al inicio del mandato de Claudia Sheinbaum y ha sido aprovechado por la oposición para demandar resultados concretos y un endurecimiento de la estrategia de seguridad presentada hace apenas unas semanas.

El ataque ha llamado la atención debido a que Querétaro es un estado que generalmente no está entre los más violentos, lo que ha generado alarma sobre la posibilidad de que la violencia se propague desde Guanajuato, su vecino más problemático en términos de criminalidad. La situación ha llevado al gobernador de Querétaro, Mauricio Kuri, a prometer castigo para los responsables y a afirmar que no permitirán que la violencia de otros estados afecte a su región.

Analistas advierten que Querétaro es clave en el mapa criminal de México, ya que colinda con Guanajuato, donde pelean el Cártel de Santa Rosa de Lima y el Cártel Jalisco Nueva Generación, dos de las organizaciones más poderosas y peligrosas del país. Los expertos sugieren que la violencia reciente podría estar vinculada a una lucha por el control de territorios o a extorsiones a negocios locales.

La oposición no tardó en reaccionar, exigiendo al gobierno de Sheinbaum que implemente su nueva estrategia de seguridad para frenar el auge de la violencia. Personalidades como la excandidata presidencial Xóchitl Gálvez han arremetido contra la administración actual, señalando que las políticas pasadas, enfocadas en abordar las causas de la violencia, han fracasado y no son suficientes para lidiar con la crisis de inseguridad que enfrenta el país.

Al respecto, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) también criticó la incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad y advirtió que la violencia ha ido en aumento, tomando como ejemplos otros episodios recientes de brutalidad en todo el país, como la explosión de coches bomba en Guanajuato y descubrimientos de numerosos cadáveres en diversas regiones.

Claudia Sheinbaum, mientras tanto, ha intentado defender su administración, alegando que se están llevando a cabo esfuerzos serios en otros estados para reducir los homicidios. Sin embargo, el eco de la violencia se hace sentir cada vez más fuerte, y el riesgo es que pueda generar un clima de inestabilidad política en el marco de un contexto electoral complicado.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca podría traer consigo nuevas presiones sobre la seguridad en México, ya que el expresidente ha amenazado con designar a los carteles de droga como grupos terroristas, planteando así una posible intervención militar estadounidense. La respuesta de Sheinbaum ha sido de desconfianza respecto a las intenciones de la oposición que está buscando capitalizar la violencia en beneficio político.

Este ataque en Querétaro no solo refleja la complicada situación de seguridad en México, sino que también señala una batalla política que puede intensificarse a medida que se acercan las elecciones. Con un país sumido en una crisis de violencia, las calles se convierten en un campo de batalla no solo para las organizaciones criminales, sino también para quienes buscan aprovechar estas circunstancias a nivel político.

La brutalidad del narco parece no tener límites y se manifiesta en una serie de ataques que buscan enviar mensajes de poder, amedrentar a las autoridades y sembrar el miedo en la población. La narcoviolencia se ha vuelto un fenómeno complejo y profundamente arraigado, que no solo afecta la seguridad pública, sino que también erosiona la confianza de la ciudadanía en sus líderes y en la capacidad del estado para protegerlos. Al final del día, la masacre reciente será un recordatorio trágico de que la lucha contra el narcotráfico y la violencia en México está lejos de terminar.